El lector, quien está fascinado y de alguna manera desconcertado por la conversión de este país al Zajaismo, y quien podría sentir nada pero aversión hacia la figura oprobia en cuyo nombre atrocidades fueron cometidas, es aconsejado a revisar de nuevo la historia real de Zaja mismo.

Los récords están incompletos desde que su profesión se extiende sobre el período entre la pre-historia e historia; sin embargo él es mencionado ocasionalmente en documentos históricos originales, y después su nombre fue invocado para legitimar todo, incluyendo hechos que hoy día se calificarían como crímenes contra la humanidad.

Así, el siguiente narrativo de su vida se formó con ayuda de algunos récords históricos genuinos, la colección de folklor que se ha acumulado alrededor de él, algo del cual es sin duda apócrifo, y de material propagandista que fue agregado por una serie de propagadores fanáticos comenzando con Shumaka.

El culto que se desarrolló alrededor de Zaja era para adquirir más del carácter del primer propagador, Shumaka, que de Zaja mismo. Por esa razón el autor ha hecho el mayor esfuerzo en examinar todo el material disponible y presentarle al lector contemporáneo un narrativo coherente de la vida de Zaja en su simplicidad original. Desde la vida y mente de este gran e influyente maestro siempre se ha presentado en una forma de cuasi-historia, entretejido con leyenda, parábola y cuento de folklor, el autor ha aceptado esto como la manera más apropiada de presentar su narrativo re-construido.

Los retratos que supuestamente Zaja haya usado para la adivinación también ha fascinado en igual manera a los eruditos que a los devotos a través de los siglos y esta pudo haber sido una versión temprana del Tarot, así el autor tomó el Tarot como inspiración y dirigió su narración hacia el Arcana Mayor.

En el principio había una liebre que era muy astuta, muy inquisitiva, y muy aventurera. Habiendo aprendido todo lo que tenía que aprender acerca de su propia especie, salió para explorar el mundo. Cuando se encontró con los seres humanos, pensó que parecían muy interesantes y, a pesar de todas las advertencias que le fueron dadas, ella decidió estudiar sus maneras.

Un día ella halló casualmente un campamento completo de humanos y vagaba entre sus tiendas de acampar, para tener una vista más cercana. Sin embargo, cuando los humanos la vieron caminando alrededor, inspeccionando dentro sus tiendas de acampar, estaban asombrados de su manera despreocupada. Uno de ellos la agarró por las orejas y estaba a punto de prepararla para la cena cuando otro dijo, "No la mates, ella es demasiada simpática como para ser comida." Así que ellos se sentaron debatiendo que hacer con esta liebre si no la iban a preparar para la cena. Uno de ellos dijo, "Démosla a la pequeña Princesa Caoimhe cuando visitemos el Casillo esta tarde. Ella siempre parece tan sola, pero es amadora de los animales y tal vez le gustaría tenerla por mascota." Todos pensaron que era una idea maravillosa en dar la liebre a la Princesa, porque ellos la querían mucho y pensaron que ella gozaría una liebre por mascota.

La Princesa estaba encantada por el regalo que ellos la habían traído, e inmediatamente ella tomó la liebre en sus brazos y le secreteaba "Zaja, pobre Zaja" mientras acariciaba su pelaje. Cuando los visitantes se habían ido, ella continuaba acariciando la liebre cariñosamente.

La liebre estaba contenta con su nueva situación, y anhelaba cada día el momento cuando la Princesa llegaba para sacarla de su jaula y le acariciaba su espalda, siempre mencionando las mismas palabras extrañas, "Zaja, mi Zaja," mientras ella mordisqueaba sus dedos. Ella no entendía esas palabras, ni la afección con la cual la Princesa acariciaba su cabeza y espalda. Con el tiempo ella se formó la opinión que la Princesa estaba bajo un hechizo por una bruja o hechicero que la había convertido de una liebre y la condenó a vivir su vida aquí como humana. Ella recordó una historia contada en las reuniones silenciosas de viejas liebres, como tal hechizo puede ser

roto por un beso. Así ella determinó que iba a besar la Princesa, volviéndola en una hermosa liebre hembra, y vivir felizmente con ella para siempre. La próxima vez que la Princesa la tomó de la jaula y acariciaba su espalda e inclinó su cabeza cerca de ella, rápidamente levantó el hocico y la besó en los labios.

La princesa estaba profundamente conmovida por el beso. Siendo ella un poco más que una niña, nunca había experimentado un beso sensual. Así que ella cerró los ojos y besó a la liebre otra vez en la punta de su hocico reluciente. De nuevo estaba desternillada por la sensualidad del beso. Cuando ella abrió sus ojos y miró en los ojos pensativos de la liebre ella estaba profundamente turbada. Sus sentimientos estaban desordenados de confusión, de culpabilidad, y de anhelo.

Ella no podía soportar mirar esos ojos pensativos ya más, esos ojos que parecían cargados con la tristeza del mundo. Así que ella llamó a su criada y la pidió que se llevara la liebre y que la liberara en el bosque.

Ahora la criada era una mujer práctica de inmenso sentido común. Ella sabía que tan pronto que la liebre fuera liberada en el bosque más probable sería la comida para el primer tejón o zorra que la hallara. Ella misma le gustaba un buen guiso, y así ella tomó la liebre a su propio cuarto y festejó esa noche en su platillo favorito.

Esa noche la criada tuvo problemas para dormir. Primero culpaba la grande cena que ella había comido, porque no le cayó bien en el estómago. Hacia la mañana ella despertó en pavor, porque soñó que estaba encinta. Era una intuición que persistía hasta despierta, a pesar de que nunca había experimentada esa condición en tiempos pasados. Ella estaba doblemente llena de pavor, porque su esposo había estado fuera en el servicio del Rey estos tres meses previos. Ella fue inmediatamente a la Princesa y le pidió que le implorara al Rey a retirar su esposo diciéndole que no sentía nada bien. El esposo regresó para encontrar su esposa recuperada y la cubría con amor. De este modo fue el misterio de su embarazo amparado en plausibilidad.

El niño que fue nacido a ella en debido curso fue profundamente querido por sus padres. Él fue también el consentido de la Princesa que le colmaba con afección. Él creció durante la niñez como uno de los niños más gentiles, sin ser afectado por su humilde familia ni por su educación privilegiada. Cada día él entraba a jugar en el cuarto de la Princesa, y demostró tanta devoción a ella como la demostraban a sus propios padres.

La Princesa llegó a ser más y más devota al niño, y las horas cuando él no estaba con ella eran pesadas y aburridas, y las horas cuando él estaba en su compañía pasaban como momentos deleitosos. Sus ojos en particular ella los encontraba cautivadores, gentiles y tristes, llenos de ternura y amor vulnerable. Ellos la hicieron recordar la mirada que ella vio una vez en los ojos de la liebre, y ella le dio su propio apodo para el – ella lo llamó Zaja. Y cuando ella metió los dedos a través del pelo del niño ella le secreteaba, "Zaja, mi Zaja."

El niño creció en mente y cuerpo, y llegó a ser tan guapo como era de gentil. El apodo que la Princesa usó se quedó con el niño, y era conocido por todos como Zaja. Un día él fue a la Princesa y la encontró con su cabeza inclinada pesadamente sobre sus rodillas. Él presentía que ella estaba triste, corrió hacia ella, y la abrazó por el cuello. La Princesa alzó la vista de su soledad hasta la cara amorosa y radiante del niño. Impetuosamente ella lo abrazó y lo besó en la boca. Era algo momentáneo, pero el beso del niño corrió a través de todo su cuerpo en un torrente de emoción. Entonces, mientras ella miró en los ojos amorosos y abiertos del niño, ella se perturbó de sus propios sentimientos. Esa noche ella habló con su criada y sugirió que era tiempo para que su hijo fura en su búsqueda de aprendizaje. Ella dijo que se iba a asegurar que él recibiera una educación digna para un príncipe. Después ella también aseguró que él regresaría a un puesto responsable en el servicio de su padre.

Zaja fue traído ante el Consejero Principal del Rey para que le diera su búsqueda de aprendizaje. El Rey había dado instrucciones que el niño era de recibir cartas de presentación para las cortes de los otros cuatro reinos de la tierra, de tal manera que él recibiera el mejor entrenamiento en todas las artes, pero también le instruyó al Consejero Principal a darle la más duro de tareas, para que él no regresase por un largo tiempo. En verdad el Rey había observado la afección que la Princesa había colmado en el niño, y estaba preocupado, porque el tiempo vendría pronto cuando ella tendría que escoger un esposo y sería mejor que reservara su afección para cualquier pretendiente que captara su atención.

El Consejero entregó a Zaja las cartas de presentación. "En el Reinado Oriental dominarás las artes militares, porque de ellos son las más grandes academias militares. En el Reino del Sur aprenderás las artes y artesanías porque allí es donde los herreros y albañiles y pintores sobresalen. En el Reino Occidental aprenderás el arte de la palabra, porque allí es donde los más grandes poetas y cuentistas son encontrados. Finalmente irás al Reino del Norte y aprenderás a dominar ideas, porque allí es donde encontrarás los filósofos más listos."

El Consejero conocía a Zaja por encuentros ocasionales en la escuela del Castillo. Él le deseó suerte. "Si aprendes bien, puedes llegar a ser un gran hombre," le dijo. "Y porque eres capaz de grandeza, el desafío asignado a ti debe ser formidable. Debes perseguir la sabiduría, pero no debes regresar hasta que hayas conquistado la Serpiente. Ese es el más formidable desafío asignado a cualquier persona."

Zaja tembló a la Búsqueda que se le había asignado. "¿Dónde encontraré yo la Serpiente?" le preguntó.

"Encontrar la Serpiente es parte del desafío" dijo el Consejero. "No te puedo dar ningún otro consejo, excepto revelar el acertijo que te guiará y este es no plantes bellotas donde no puedes cuidar los retoños del roble."

La Princesa Caoimhe había crecido de ser una hermosa niña a ser una hermosa mujer. A veces ella estaba feliz, pero mayormente ella estaba triste y sola. De todos los jóvenes que ella encontró en el Castillo o en sus recorridos de la tierra, ella nunca se enamoró de ninguno de ellos. Con el tiempo el Rey se preocupó. La Princesa era su única hija, y él ahora temía sobre el asunto de un heredero. Si no había heredero al trono, entonces el reino podría ser desgarrado por los cuatro reinos cercanos, como el cadáver de un cordero es atacado salvajemente por los chacales hambrientos. El reino llegaría a ser la presa de sus vecinos voraces. Y el Rey se preocupaba que su gente sería tratado malamente. Así que se acercó a su hija y le explicó sus preocupaciones políticas. Tanto que amaba a su hija y deseaba para su felicidad, él también se preocupó por la suerte de su reino y de su gente.

La Princesa de igual manera se preocupó y concedió casarse y traer un heredero que aseguraría el futuro del reino. Su padre le aseguró que ella podía casarse con cualquier hombre que ella deseara, sea de nacimiento de nobleza o humilde.

Y así la búsqueda para el esposo de la Princesa comenzó. Los jóvenes del ejército se formaron en cohortes, y en cohortes fueron despedidos, porque a la Princesa no le gustó el acero en sus ojos. Los jóvenes de la corte se pusieron en fila con una mejor esperanza, pero rápidamente la Princesa se cansó de sus maneras hastiadas. Príncipes jóvenes de los reinos cercanos se presentaron junto con sus credenciales, pero ninguno tuvo éxito al encender una lumbre en el corazón de Caoimhe. Ella salió a la tierra desde el mercado hasta la granja, pero ella no encontró a nadie que le interesara ni un poquito. Su corazón era tan pesado como el de su padre a causa de su fracaso.

El día llegó cuando el hijo de la criada regresó de su búsqueda de aprendizaje. Él caminó por la carretera ligero de los pies que captó la atención de aquellos quienes pusieron su pesada vista en él. Y cuando ellos lo miraron, vieron en su cara un brillo que ellos pensaron que ya se había desvanecido del mundo hace mucho tiempo. El joven estaba feliz al regresar a casa de su largo exilio, y no había escuchado nada de la grave situación del reino, ni de la búsqueda de un esposo para la Princesa. La gente no lo reconoció y supusieron que él era nada más otro pretendiente buscando la mano de la Princesa, y cuando lo examinaron más cuidadosamente pensaron que tal vez éste era el elegido. Ellos lo siguieron por el camino, para así cuando él se acercara al Castillo tenía un completo cortejo, y la palabra corría delante de él que otro pretendiente para la Princesa había llegado.

El Castillo fue puesto en alerta de inmediato, y el Rey, la Reina, y la Princesa tomaron sus posiciones en la Gran Sala, más en esperanza que expectación, porque ningún pretendiente se había presentado en varias semanas.

Mientras tanto el joven caminaba confiadamente al Castillo, pensando que la muchedumbre pensativa se había reunido a darle la bienvenida a casa. En la Grande Sala la muchedumbre se separó para darle paso. Caminó sumisamente hasta el Rey y le brindó reverencia. El dio reverencia a la reina. Entonces caminó hasta la Princesa, mirándola en los ojos y se sonrió, entonces la reverenció también. La Princesa estaba locamente enamorada hasta el corazón por la expresión de los ojos del joven, como si cargaban dentro de sí, simultáneamente, toda la soledad del mundo y todo el gozo de la vida. Dos veces antes ella había testificado tal profundo sentimiento en los ojos de otro, y en su propio corazón. El Rey se estaba fijando en ella, y cuando ella encontró su mirada, ella hizo una señal con la cabeza.

"¿Es este el hombre con quien deseas casarte?" le preguntó. "Sí," ella respondió simplemente.

Hubo un alboroto en la Sala Grande. Una celebración comenzó inmediatamente. La gente estaba abrumada de gozo, no solamente porque el reino ahora perecía a salvo, pero porque la Princesa había encontrado el compañero escogido del corazón y él pereció digno de ella. Cuando un poquito de orden fue restaurado, el Rey extendió sus brazos para abrazar el joven. Le preguntó, "¿Por cuál nombre eres llamado? ¿El joven miró atrás en sorpresa a la Princesa. ¿No me reconoces?" le preguntó. "Soy Zaja."

Cuando el Rey vio lo capaz que era el consorte con el que su hija se había casado delegó su autoridad a la Princesa Caoimhe. Pero ella transfirió su confianza a Zaja que ahora llegó a ser soberano eficaz del Reino Central. Sin embargo, el soberano no quería aceptar ningún título, y fue conocido solamente por Zaja. A contrario él rigió como maestro, por el poder de su compasión, por la claridad de su juicio, y por su impulso incesante de la gente a lograr la satisfacción en sus vidas.

Cuando se le preguntó por qué no la felicidad en vez de la satisfacción, se rió. "La felicidad puede ser una ilusión peligrosa," dijo Zaja. "Nunca puede ser más que el placer transitorio de la satisfacción. La satisfacción puede ser lograda en el dolor y el desorden y el duro esfuerzo, sin un momento de gozo, y aun puede ser sumamente gratificante. Puede ser un resultado de una vida bien vivida, una tarea cumplida, un hecho generoso. Pero el sentido de tal satisfacción es más profundo que los escalofríos vertiginosos superficiales de los sentidos con los cuales asociamos la felicidad."

Zaja disolvió el ejército, diciendo que podría venir el tiempo cuando todos ellos podrían morir por su país y sus principios, pero el tiempo cuando un joven o señorita matara por su país nunca vendría.

Él prohibió la competencia de todo tipo y le pidió a la gente que borrara la palabra de sus mentes. La competencia, él dijo, era un concepto pernicioso, debido que dividía la gente en categorías falsas de "ganadores" y "perdedores". El ganar podía ser el resultado del fracaso de otros tanto como el éxito del supuesto ‘ganador’. La competencia promovía el fracaso con mucho más virulencia que el éxito. Se promovía hacer la trampa y la mentalidad destructiva. En vez de la competencia, Zaja instaló ‘el logro’ como la meta dorada hacia el éxito de todas las cosas. Él explicó que el logro siempre era juzgado por su propio mérito, no en los fracasos de otros, y así se promovía una actitud constructiva de todas las cosas. Cuando muchos se esforzaban en sobresalir en algún campo en particular, el logro reconocía el éxito de aquél que triunfaba, pero con la comparación del éxito de los demás, no en contraste de su fracaso.

Como juez, Zaja dispensó decisiones con claridad y sentido común, de tal forma que pocos estuvieran insatisfechos como resultado. Pero ocasionalmente, cuando un asunto complicado o disputado amargamente le era traído para arbitrar, Zaja traía a las partes opuestas alrededor de una mesa. Entonces él tomaba unas pequeñas imágenes que tenía, y comenzaba a colocarlas en diferentes patrones y combinaciones. Fue dicho que mientras los litigantes miraban esto, ellos veían en las imágenes sus propias fallas, la debilidad de su propia postura, los peligros a ellos mismos de ciertas consecuencias, y se iban de la mesa con una gran inclinación a arreglar la disputa con sus vecinos. Tal fue el asombro y terror evocado por el juicio de las imágenes que la gente prefiría solucionar sus disputas que enfrentar tal arbitración.

Y cuando la gente preguntó a Zaja, en una de esas ocasiones cuando se congregó en la Plaza de la ciudad para platicar asuntos y gozar en el debate, cómo uno debe de vivir, él respondió sonriente con su lustroso aforismo: "No hagas a otros como sabes que ellos harían a ti; rompe el ciclo."

Cuando Zaja fue enviado a su Búsqueda de aprendizaje, primero fue llevado al Reinado Sur, donde fue aceptado con hospitalidad digno de un hijo del Rey. Él aprendió de sus artistas y adquirió las destrezas de mano y ojo. Cuando llegó el momento para él salirse fue con un corazón compungido se propuso dirigirse para el Reino Occidental.

En el Reinado Occidental Zaja fue de la misma manera recibido con cordialidad y hospitalidad. Él aprendió de sus poetas la sutileza de palabras, como son manipuladas en verso e historia, receptáculos que podrían almacenar el conocimiento y sabiduría de generaciones incontables. Y así fue con un corazón compungido finalmente se despidió y se dirigió hacia al Norte.

En el Reino del Norte la familia entera del Rey tomó a Zaja en sus corazones y él se sintió como uno de ellos. Ellos tenían una pasión de argumento y su entretenimiento favorito en la corte era la controversia. Zaja aprendió la retórica, la lógica y la metafísica de sus filósofos y antes de que saliese él podía disertar con los mejores de ellos, burlando un argumento hasta la madrugada, hasta el canto de gallo impuso su propia lógica.

Cuando llegó al Reino Oriental Zaja era un joven muy consumado. Fue recibido formalmente y civilmente ahí, pero se presintió inmediatamente que la cultura era diferente. Él le fue asignado un lugar como cadete en la academia militar. Pero después de tres días de escuchar a los jóvenes presumir de sus destrezas de pelea y la cuenta de sus asesinatos, Zaja sabía que este lugar no era para él.

Un joven en particular fue celebrado y admirado por todos como la crema y nata de la academia, destinado por una carrera de un glorioso guerrero. Él era sobrino del Rey que él mismo llegó un día para observar los ejercicios del cuerpo de cadetes. Impresionado por las hazañas de su sobrino, se rió y llamó al capitán que estaba entrenando los cadetes. "Cuida mucho a ese joven," le dijo. "Él será un gran guerrero un día. Él tiene el alma de un perro." Y de ese día en adelante el joven asumió el nombre ‘Shumaka’, su término antiguo por un sabueso cazador.

Zaja estuvo perplejo de lo que podría aprender en este lugar que sería útil. Él rehusó manejar armas y no tuvo inclinación hacia los ejercicios de atletas. Un día el entrenador los trajo alrededor de un pozo de agua del cual lanzó una manzana. "Ahora, ¿quién puede sacar la manzana utilizando solamente su arco y flechas?" Los cadetes asomaron a la manzana al fondo del pozo.

"¿Una cuerda atada a la flecha?"

"Ninguna cuerda, solamente su arco y flechas."

Los cadetes miraron y pensaron y consideraron y estuvieron perplejos. Entonces Shumaka se acercó. Echó un vistazo a la manzana, tomó una flecha de su aljaba, y disparó dentro del pozo penetrando la manzana. Entonces disparó otra flecha, la cual se encajó en el eje de la primera. Con otra hizo lo mismo, entonces vez tras vez, hasta que era capaz a meter la mano y sacar la fila de flechas, con la manzana balanceándose de la última. Hubo un aplauso espontaneo por su proeza. La pequeña banda de sus más fervientes seguidores brotó en canto que había inventado y estuvo dispuesta utilizarlo en cada oportunidad:

Shumaka, Shumaka,

Temor, temor, temor.

Pero Zaja alzó su voz sobre el clamor de adulación. "Si la tarea es recuperar la manzana, ¿no hubiera sido más fácil con un palo bifurcado?"

Hubo silencio mientras la muchedumbre medía la idea central de la cuestión y el insulto implicado a la proeza de Shumaka.

Shumaka se enfureció como un guerrero encolerizado. Se acercó a Zaja, espada en la mano. "El único uso que yo haría con un palo bifurcado es meterlo en tu culo y rostizarte en un espetón como un cochinillo."

"Hablado como un verdadero perro," respondió Zaja.

"Un sabueso, un sabueso cazador. Yo te reto a un combate singular, pero sería semejante a retar a una viejita. Yo sería el hazmerreír de la tierra."

"De todas maneras serás el hazmerreír de la tierra."

"Ten cuidado de la comilla del sabueso," respondió Shumaka con una amenaza feroz, y se marchó, seguido por su banda de admiradores.

Tiempo después Zaja pasó por un grupo de niños brincando la cuerda y cantando sus rimas. Se les acercó.

"¿Les gustaría una nueva rima en sus brincos?" les preguntó.

"Claro que sí," ellos respondieron unidos con mucho entusiasmo.

"Den cuerda a la cuerda y yo se los una."

Ellos dieron giraron la cuerda, y Zaja brincó, diciendo

Shumaka, Shumaka,

Uno, dos, tres,

Shumaka, Shumaka,

¿Quién es él?

Shumaka, Shumaka,

Levanta su rodilla

Shumaka, Shumaka,

Perro moja el árbol.

Ellos gritaron de risa, especialmente de la manera que el imitó a un perro levantando su pierna para orinar mientras siguió brincando sobre un pie. Era claro que ellos conocían a Shumaka por reputación.

Uno de ellos dijo, "Shumaka no le va a gustar eso."

"Claro que sí le va a gustar," dijo Zaja. "Es gracioso y Shumaka tiene un maravilloso sentido de humor. A él le va a encantar la broma."

Ellos comenzaron a brincar de nuevo, esta vez a la rima de Shumaka, compitiendo el uno con el otro haciendo la mímica del perro orinando. En unos días cada niño en el reino había aprendido brincar con la nueva rima, y ellos cantaron y saltaron con traviesa alegría. Sin embargo, una mañana un niño fue encontrado ahorcado de un árbol, una cuerda de brincar alrededor de su cuello como un lazo de un ahorcador. Eso puso fin a la rima, al brinco de la cuerda, y las voces de gozo de los niños jugando.

Al fin de la temporada era tiempo para el grupo de Shumaka graduara de la Academia. Todos esperaron en expectación para ver que proeza Shumaka habría de presentar como su pieza de graduación, desde que fue ampliamente reconocido que era el cadete más prominente que jamás pasó por la Academia. Otros estaban preparándose para demostrar sus logros en tiros con arco, peleas con espada, y estaban afinando sus actuaciones en los días que precedían a la graduación. Pero Shumaka desapareció por tres días, y el banquete había comenzado cuando el joven entró a la gran sala. Él tenía una mochila en su espalda y caminó directamente a la mesa principal, entonces sacudió la mochila en frente del rey. Allí se cayeron tres cabezas.

"Esos son las cabezas de los tres hijos guerreros de Conall, Señor de Annally, quien ha retenido el tributo debido al Rey. Yo reté a cada uno de ellos en turno a combate singular, y maté a los tres. Fuerte son los gemidos de las mujeres de Annally esta noche, están lamentando la crema y nata de sus hombres."

Había frenético aplauso de los huéspedes congregados, y los seguidores de Shumaka golpearon sus pies en el suelo y cantaron:

Shumaka, Shumaka,

Temor, temor, temor.

El Comandante del ejército, quien estaba sentado a la diestra del Rey, declaró orgullosamente, "¿Quién negará que tenemos en Shumaka un héroe para rivalizar con cualquier otro que hemos tenido en el pasado?"

Zaja se paró. "Yo," él dijo. Un silencio tenso cayó sobre la sala.

"Yo quiero preguntar a Shumaka por qué fue necesario matar estos tres jóvenes, los hijos de Conall, Señor de Annally. ¿Ahora pagará felizmente el Señor el tributo debido al Rey? ¿No? ¿Ya estará planeando su venganza? Definitivamente que sí. Así que si Shumaka no ha resuelto el problema que existió entre el Rey y el Señor, y ciertamente lo ha agraviado, ¿por qué de regodearse sobre la agonía de las mujeres de Annally?"

Shumaka dio la vuelta en blanco enojo hacia Zaja. "Si no trae una solución, traerá guerra, y la oportunidad de cubrirnos en gloria."

"¿Dónde está la gloria en una masacre inútil? ¿Dónde está la satisfacción en escuchar el llanto de tristeza de madres? Esto no es gloria. Esto es ignominia."

"Estas son las palabras de un cobarde, y yo estoy aliviado que no son habladas por un compatriota. Si no fueras protegido por la gracia del Rey, te retaría en el combate, pero nos encontraremos otra vez, si aprendes a poner una cuerda en un arco o sacar una espada de una vaina."

"Porque de molestarte con una espada o un arco cuando uno se puede ser igualmente eficaz con una cuerda de brincar."

El silencio absoluto cayó sobre la asamblea. Todo el mundo sabía de la rima de brincar y no tenían duda del porque el niño había muerto, pero nadie había hablado del asunto.

Shumaka fue dejado mudo. Para reaccionar sería reconocer su involucramiento en el crimen, así se alejó de él. Pero Zaja sabía que ahora su vida estaba en peligro, y se salió de la sala. Shumaka y su banda de secuaces no podía salir hasta que el banquete terminara, así que tenía unas horas para escapar. Y huyó.

Zaja no podía regresar a su casa al Reino Central hasta que lograra la sabiduría y haber conquistado la Serpiente. Así él siguió una expedición del terreno otra vez, esta vez como un peregrino, buscando sabios, y santos, y ermitaños. Ninguno podía aconsejarlo como enfrentarse con la Serpiente. En este tema los ermitaños y santos y sabios eran bastante reticentes en hablar.

Entonces él encontró una viejita quien era una curandera de nombradía, y fama de ser una vidente.

Antes de hablar, ella estaba dispuesta a decirle que él estaba en una Búsqueda. Ella declaró que él tenía una grande distancia que restaba. Ella no retrocedió ni se cayó en silencio, como los otros, cuando él mencionó la Serpiente.

Por tres días y tres noches se quedó en la casita de la viejita mientras ella obtuvo sus hierbas y frutas de campo circundante. Él no la presionó, porque sabía que ella estaba contemplando su problema.

"Debes buscar la Serpiente en el agonizante sol. Para encontrar la sabiduría debes mirar en las fronteras, los huecos entre lugares. Así tu jornada no es al occidente o al norte, pero en medio. El lugar que busques no es en tierra o mar o aire, pero en medio de todos ellos. Y esto es donde el fuego del agonizante sol es apagado, eso es donde la Serpiente toma su descanso."

"¿Hay un nombre para este lugar?"

Se llama la tierra del cazador, Tireragh. La encontrarás si sigues el curso del sol en los medios de verano.

Zaja le dio las gracias y comenzó su curso entre el occidente y el norte.

Se recuenta que en su camino norte occidental que Zaja llegó a un lago en las montañas. El lago relucía y destellaba en la luz de la tarde, como una joya puesta en la desolada falda de la montaña. La soledad y la quietud impresionaron la mente del joven, y él decidió quedarse un rato y tomar un descanso de su viaje. Una choza cercana de un pescador le proveyó albergue.

Él prendió una lumbre de la turbera que yacía alrededor. Mientras que el anochecer se aproximaba, se sentó mirando por el lago, gozándose en el puro silencio roto nada más por el balido de las ovejas y chivas en la falda de la montaña morada. Entonces él escuchó, o pensó que escuchó, un sonido diferente. Era la voz de una mujer cantando levemente.

Él escuchó atentamente, pensando que su imaginación estaba jugando trucos con él. Aún más perplejo, el sonido parecía venir del lago. No importó que tan intensamente se enfocara en el crepúsculo, no pudiera identificar la fuente del sonido el cual creció más fuerte hasta que finalmente cesó. Era una canción rítmica y fascinante que persistía en su oído mientras se acomodó para dormirse.

Él pensó que estaba soñando de la canción cuando se despertó antes del amanecer, pero rápidamente se dio cuenta que estaba escuchándola en el viento. Corrió afuera y escaneaba el lago. Él estaba asombrado al ver lo que él pensaba que era una visión. Una chica estaba caminando, o corriendo, o bailando sobre el agua del lago y se dirigía hacia una isla pequeña que él no se había visto antes. Y ella estaba cantando. Zaja frotaba sus ojos muchas veces para asegurar que estaba despierto.

Tan pronto que había comido el desayuno, Zaja trepó la ladera de la montaña más cercana para poder estudiar el lago y la isla. El sol se levantaba mientras él alcanzaba una altura que le dio una vista de todo el panorama. Él vio movimiento en la isla, pero era demasiado lejos para poder identificar si era una chica, o si había más gente allí. Entonces la vio acercándose a la ribera y pisando sobre el agua. Otra vez él escuchó lentamente el agobio de su canción, y una vez más ella saltaba por el agua como si fuere una hoja de hielo sólido.

Zaja la miró atentamente, y notó por referencia una roca grande y distinta donde ella llegó a la ribera del otro lado lejos del lago. Ella desapareció de la vista tan pronto que llagase a tierra. Zaja rápidamente bajó de la ladera de la montaña y se dirigió rodando la ribera del lago donde estaba la roca. Él rastreaba la ribera por un arrecife sumergido, pero no pudo encontrar ni una pista de uno. Él buscó el interior y vio que había una senda de la montaña que descendía de ese lugar. Así que él decidió esconderse detrás de una grande roca hasta que la chica reaparecía.

Su vigilia duro todo el día. Ya era tarde, y el sol yacía en el cielo cuando él escuchó la canción. Mirándose hacia arriba, la vio, muy cerca de él, y cuando ella comenzó a tararear su canción, entonces brotó en voz alta y tomo sus primeros pasos sobre el agua. Era como si la canción levantaba su peso por encima de las olas impresionables, como si el gozo de ella la transformara al espíritu puro y la trasladaba a su destino de la isla. Ella era hermosa, como si la gracia de todo ser viviente estaba concentrado en este ser singular. Zaja se enamoró de inmediato. Él la miro mientras pasaba por el agua. Y cuando ella desapareció él estaba de igual manera abatido. Él comenzó a preguntarse. ¿Estaba ella reuniéndose con un joven en la isla, y fue era el gozo que la transportaba?

Cuando ya estaba fuera de su vista en la isla, Zaja aventuraba de detrás la roca, y fue a examinar el lugar donde la chica había comenzado su jornada por el agua. Él caminó en el agua y descubrió una pasadera, entonces se sintió más adelante y descubrió otra, entonces otra. Pero no estaban en una línea recta. Él las pisaba y pasaba de una a otra, entonces, siguiendo el patrón que él pensaba estaba establecido, él extendió su pie hacia adelante pero se cayó en el agua. Él intentó muchas veces, aun obteniendo un palo para ayudarse encontrar las pasaderas escondidas, pero no podía dominar las matemáticas del patrón.

El sol estaba alto en el cielo y sus ropas estaban secándose mientras se sentó en el refugio de una peña. Él escuchó la canción de la chica otra vez y alzo la vista para verla regresando sobre el agua. Esta vez él la esperó sin esconderse. Ella vagaba sobre el agua, como en forma zigzag, como si sus pies no podían traspasar el firmamento de la superficie del lago. Cuando ella se puso de pie firme en tierra seca, ella miró a su alrededor y lo vio. Ella comenzó a reírse de él de pie con su ropa mojada.

"Así que pensaste que serías capaz de cruzar hasta la isla con tus dos pies izquierdos."

"Soy un peregrino buscando educación," dijo Zaja. "Mi curiosidad fue despertada por tu voz maravillosa, y mi asombro por verte cruzar el lago en pie."

"Así tu curiosidad y tu asombro ahora deben de estar bien satisfechos."

"Al contrario, estoy aún más, intento de cruzar hasta la isla a ver que propósito extraordinario te trae hasta allá en una manera tan singular."

"Temo que tardarás mucho tiempo al encontrar tu camino a la Isla de Gozo. Vi tu intento inepto de descifrar el patrón de las pasaderas."

"Entonces dime el patrón y yo iré contigo para compartir el placer de la isla."

"Todavía fallas a entender. La isla esta dedicada al gozo no el placer. El placer es la experiencia base del cuerpo. Un animal es capaz de experimentar el placer, y lo hace. Para levantar eso a gozo, debes contratar el alma y el espíritu."

"Entonces llévame a tu isla y enséñame. Yo seré un estudiante dispuesto."

"No puedo llevarte a la isla. Uno puede cruzar solamente solo."

"Entonces enséñame el código de las pasaderas. Yo he intentado descifrar el patrón pero sin éxito."

"Estarás mucho tiempo aplicando tu lógica y tus matemáticas antes que pises la isla."

"Entonces dame la llave y cruzaré el lago como tú."

"¡Llave!" ella exclamó, riéndose. "Como reduces y simplificas todo. Si quieres cruzar el lago debes aprender a cantar y bailar. Esa es la llave."

"Entonces enséñame a cantar y a bailar."

La chica lo miró. Sin duda ella lo consideró guapo. Sin duda ella estuvo conmovida por su ansiedad de aprender. Sin duda ella estaba halagada por su persistencia con la cual él quería irse con ella a la isla.

"Yo te enseñaré a cantar y a bailar, pero solamente hay una quincena en que puedo visitar la isla, y cuatro días ya han pasado de ella. Así que tendrás que aprender rápido. Cada día tengo que estar ahí para el salir del sol y otra vez para la puesta del sol. Así cada mañana, en mi regreso, te enseñaré. Pero tengo que advertirte que no es costumbre que un hombre cruce a la isla, y puede hasta tener consecuencias adversas para ti."

"Mi misión es buscar sabiduría, y por lo tanto no puedo ser disuadido por las consecuencias."

"Muy bien," ella dijo.

Y así comenzaron las lecciones de Zaja. Primero a bailar, hasta que su cuerpo estaba moviéndose a un ritmo y después a una melodía. A continuación a cantar, hasta que su voz primitiva llegó a ser tan sutil que la rapidez de una trucha por el agua café. Finalmente en pasos en forma de zigzag y ritmo y melodía hasta que todo era unido y uno y el uno era inseparable de todo. Ella lo enseñó por la mayor parte del día, mucho de la noche él aporreaba sus piernas y brazos y torso hasta que estaban totalmente sujetos a la danza totalmente responsivos a las exigencias de la melodía.

Y él comenzó de experimentar el éxito de su logro, a sentir etéreo, tan ligero que pudiese ser llevado por una simple briza como vello, a ir a la deriva de aquí para allá, dondequiera que se dictara el capricho o espíritu.

Él era un alumno apto y ella le enseñó un sinnúmero de pasos, y canciones, tantas canciones, canciones de cuna que habría de calmar a un lobo a dormirse aun en el momento cuando iba a tomar su presa, himnos que pondría la sangre a fluir a través de las venas de un hombre muerto, lamentos que haría los arroyos de aguas dulces fluyeran de salmuera, canciones de amor que haría las cimas austeras de las montañas se dolieran la una por la otra.

Ella bailó ante él, y alrededor de él, y a través de él, su cuerpo aún más sensual, aún más distanciada, en ritmos y caricias de la melodía y la danza. Él anhelaba abrazarla, pero ella constantemente evitó cualquier intento de limitar el elevo de su vuelo, el vuelo de ellos. Y aun él sintió que, ahora que el baile había comenzado, se culminara en una conjunción gloriosa.

Finalmente ella le enseñó la melodía y la canción y la danza que lo llevaría por el lago a la Isla de Gozo. La luna llena crecentaba. El festival de celebración comenzaba con la luna nueva, ella explicó, y continuaba hasta la luna llena. Ella había sido escogida y arreglada a llevar a cabo la ceremonia en la isla, el más importante de los ritos asociados con el festival de la cosecha.

Zaja estaba ansioso pero entusado. Él aceptó que había peligros en su aventura. Pero se preparó a sí mismo, y cuando ella revoloteaba pie-ligero por el lago, él la siguió. Él se entregó a la danza, ni se miró a diestra ni a siniestra, no se fijó en ningún paisaje o una mirada al cuerpo elegante de la chica. Y alcanzó la isla. Cuando ella miró a su alrededor lo vio que se acercaba con su cara iluminada con la luz del amor. Ella lo tomó en sus brazos y lo detuvo en un dulce abrazo.

Pero el sol se ponía hacia el horizonte, y ella tenía sus deberes. Ella lo trajo al elevado centro de la isla donde había una mesa singular de roca. En esta mesa había tres piedras grandes y redondas, de esas que son modeladas por el mar. Ella volteó cada una de ellas hacia el sol nueve veces antes que el sol tocara la tierra.

"¿Por qué volteas las piedras?" le preguntó.

"Porque es parte de la celebración de la cosecha. Es una muestra de aprecio y gratitud al sol que nos trae vida y aliento y luz. Es una muestra de nuestro respeto."

"¿Y que si no lo hicieras?"

"No sería muy afortunada. Podría perjudicar la cosecha del el siguiente año. Las piedras son llamadas Piedras de Bendición. Pero debido que ciertas mujeres malignas que tienen acceso a la isla a veces salen durante las noches oscuras de la luna nueva y voltean las piedras contra el sol para maldecir a alguien, ellas también son conocidas como Piedras de Maldición."

"Yo pienso que tu bendición debe de ser lo suficiente potente como para contrarrestar la malicia de cien de tales mujeres."

"Mañana en la mañana es la última mañana del Festival. Así que nos quedamos aquí esta noche. Será poderosamente propicio, y nuestra unión produciría un hijo quien será ambos grande y bueno."

Zaja fue acometido por el poderoso deseo de la chica, pero entonces se acordó su prohibición de solemne, no sembrar bellotas a menos que él estuviese dispuesto a quedarse para tender a los arboles jóvenes encinos. Solamente entonces se dio cuenta de la significancia. Hubiera de satisfacer su cuerpo y alma a estar con la chica y criar hijos quienes serían grandes y buenos, pero él sabía su destino era en otro lugar. Con un corazón pesado habló con ella.

"Nada me daría más placer que entregarme a ti, y criar muchos hijos. Pero estoy obligado a seguir mi misión y atender mi prohibición contra establecerme en cualquier lugar hasta que mi misión sea cumplida. Así en la mañana debo continuar mi jornada. Mucho deseo estar contigo, vivir contigo, y envejecer contigo, estoy obligado a no sembrar bellotas a menos que esté preparado a tender a los árboles jóvenes."

"Entonces me has engañado o yo te he malentendido tu deseo de venir a la isla. Y esto puede traer consecuencias desastrosas para ti y para mí."

"Yo no quiero desearte que algo adverso te acontezca. Estoy preparado para aceptar cualquier desastre que puede caer sobre mí."

"Eso no puede ser a menos que yo te pronuncie una maldición. Y esto es algo que no estoy dispuesta hacer aunque me has rechazado."

"Entonces pronuncia la maldición. Te insisto. Y yo enfrentaré las consecuencias de corazón ligero, sabiendo que no te he causado daño."

"Tú me causarás mucho pesar sin duda, desde que te he dado mi corazón estos últimos días. Mi corazón dolerá al pronunciar una maldición contra ti."

"Pero debes hacerlo. De una vez, pronúnciala."

La chica fue a la mesa con las tres piedras y se volteó cada una de ellas en turno contra el sol nueve veces.

"Ahora, dime lo que la maldición es," dijo Zaja.

"Jamás vas a engendrar un hijo," dijo la chica tristemente.

"Así sea," dijo Zaja. Y se volteó a danzar de regreso por el lago.

Zaja se dirigió hacia donde se pone el sol hacia el noroeste. Como peregrino, en búsqueda de estudios, fue apoyado dondequiera que fuese. Y él sí obtuvo direcciones. La gente sí sabía de Tireragh, la tierra del cazador, la tierra entre las montañas y el mar, aun si ellos nunca habían estado allí. Era un lugar donde la búsqueda del estudio era una ocupación diaria, como la agricultura, o la pesca, o la cosecha de combustible para el invierno.

El siguió las direcciones que le fueron dadas. Pasó por la Roca de Sacrificio y la Roca Temblorosa. Él siguió la senda por el valle de la montaña, pasando el Lago de los Pescadores, pasando por el Alojamiento de los Cazadores que guardaba la senda. Y entonces él estaba mirando hacia abajo sobre la llanura angosta. Más allá de la llanura estaba el mar infinito, arriba el gran dosel de nubes llenas de aire. Zaja sabía que había llegado a su destino. Esta era la última frontera entre el cielo, el mar y la montaña, donde el sol mismo se bañó su propio calor ardiente.

Él encontró algunos pastores y les hizo saber de su búsqueda de estudio. Ellos lo dirigieron hacia lo que ellos llamaron el Castillo de Lecan, el cual ellos apuntaron en la distancia, el mar de una famosa dinastía de eruditos.

Zaja se dio cuenta cuando lo alcanzó, que no era un castillo fortificado, más bien una casa grande rodeada por docenas de cabañas pequeñas. Fue recibido con una cálida cortesía y cuando les hizo saber que era un estudiante, le fue asignado alojamiento cómodo en una de las cabañas.

El ejido de cabañas alrededor del castillo era un lugar extraordinario. Algunos de los residentes eran estudiantes jóvenes como él. Otros eran maestros de varias artesanías, educadores de leyes e historia, escribas, encuadernadores, poetas, y cuentacuentos. En medio de ellos estaban los ayudantes, allí para perfeccionarse en las artes escogidas. De entre ellos también vivan granjeros, panaderos, cocineros, y todo un popurrí de artesanos que proveían los servicios requeridos para sostener el esfuerzo de la comunidad entera.

Algunos alumnos que fueron enviados aquí llegaron con bolsas de monedas de oro para pagar su colegiatura. Zaja llegó con nada sino solo con la ropa que traía puesta. Así que se hizo voluntario a trabajar con los trabajadores especializados, con los maestros, y con cualquier que necesitaba ayuda. Y de esta manera él aprendió destrezas nuevas, para complementar en las que ya era competente. Él dominaba las artes de la caligrafía, la poesía, y cuenta de cuentos. Él aprendió las lenguas antiguas. Él aprendió historia y las genealogías de todas las familias antiguas.

Presidiendo sobre esta grande escuela estaba la familia misma, Mac Firbis. Por más de mil años, de padre a hijo, ellos habían mantenido la tradición, habían pasado el conocimiento y algo extraño, el talento de una generación a la otra. Zaja estaba bien contento de haber alcanzado este lugar maravilloso de aprendizaje y él residió tres años allí.

Zaja pasó tres años en el Castillo de Lecan, tres años felices, entre los educados y el aprendizaje. Aunque renuente, al fin del tercer año él decidió que era tiempo de salirse. Él pidió una audiencia con Mac Firbis, la cabeza de la familia para hacerle saber de sus intenciones, expresar su gratitud, y despedirse.

Él fue dirigido al cuarto arriba del Castillo conocido por el Cuarto del Libro. Cuando él entró, se detuvo dentro de la puerta. Fue la primera vez que él había visto este cuarto. Solamente miembros de la familia normalmente trabajaban aquí. Había cuatro escritorios, cada uno de ellos estaba frente a cada pared, y sobre cada escritorio había una selección de accesorios del escriba. Había varias prensas de madera teniendo muchos libros atados de cuero, los libros terminados.

En un escritorio, su espalda hacia Zaja, estaba sentado Mac Firbis. Ni siquiera se levantó para recibir la entrada del joven. Ni siquiera se movía.

Zaja avanzó unos pasos a un lado para obtener la atención del viejo erudito, y cuando él tenía la mirada de su cara, se dio cuenta que estaba en pensamiento profundo, era evidente que no estaba consciente de la llegada del visitante. Sus dos manos estaban descansando palmas abajo en el escritorio, entre ellas un libro cerrado.

Zaja avanzó unos pasos más y podía ver los ojos del viejito que estaban abiertos y enfocados en el libro cerrado. El erudito lentamente volteo hacia él, como si se requería mucho esfuerzo de salir de su meditación y poner atención al joven.

"He venido a despedirme, Maestro."

"¿Tan pronto joven?"

"Yo podía pasar felizmente toda mi vida aquí, pero tengo obligaciones. En mi corazón sé que mi destino está en otro lugar, un destino que no puedo rehusar."

"Estás en lo correcto en seguir tus deseos más profundos. Tú has sido un alumno dedicado. Te deseo muy buen viaje, a dondequiera que te lleve. ¿Estás satisfecho que tu tiempo aquí ha sido de provecho?"

"Sí, cada hora de cada día, aprendí algo nuevo, adquirí alguna destreza nueva. Era felicidad estar entre los maestros que gozaban en esparcir las semillas de su conocimiento y estar entre los alumnos quienes disfrutaban en obtener la rica cosecha del pensar."

"¿Tienes algún remordimiento?"

"Sí, que tengo que salir antes que haya tenido la oportunidad de profundizarme en los recursos más ricos de sabiduría." Los ojos del joven rozaron con nostalgia sobre los libros que cuidadosamente fueron empalmados alrededor del cuarto, sobre el volumen que descansaba en el escritorio del viejito.

El erudito se sonrió. "Ah, sí, los libros. Pero los libros pueden ser malentendidos y sobre-valorados. En tus viajes debes haber notado que la sabiduría no es el único dominio de la literatura, que la destreza de la lectura y el escrito no necesariamente otorgan sabiduría en el zopenco. Sí, los libros son los repositorios de nuestras pensamientos más altos, pero nada más eso son, recipientes, y no hay que confundirnos con lo que contiene. Me preocupo que si confiamos más en libros para almacenar nuestros pensamientos, podríamos estar en peligro de dejar nuestras cabezas vacías."

"Palabras extrañas de alguien que ha pasado su vida recopilando libros. ¿Es por eso que usted los tiene bajo llave?"

"No bajo llave." El viejito sonrió. "No más fuera del alcance, tal vez. Lo que sea que esté en los libros debe estar en nuestras cabezas y, si lo está, no debe haber necesidad de consultar los libros."

"Seguramente sería más fácil para los hombres consultar los libros que memorizar todo lo que hay en ellos."

"Más fácil, sí, esa es nuestra preocupación. Y si nos conformamos con lo que es más fácil ¿podría hacer que nuestras mentes sean más flojas? ¿Perderemos nuestra habilidad de absorber el conocimiento, y retenerlo, de recordarlo? Los libros podrían ser contra-producentes si dependemos demasiado en ellos. Si usamos muletas sin necesidad, podemos perder el poder de caminar sin ayuda. Los libros pueden animar, pero ellos también pueden petrificar. Digamos que un hombre llega aquí de un lugar distanciado y narra una historia maravillosa que ha pasado de boca a oído por cien generaciones. Si la documentamos y hacemos que el documento esté disponible a todos, entonces la historia se congela; deja de cambiar, crecer, y desarrollarse. Ya no es una cosa viva, filtrada por las mentes e imaginación de la gente. En un sentido está muerta. La hemos matado al documentarla. Es como una mariposa en la vitrina de un coleccionista. Lo que hacemos aquí, entonces, es documentar, pero guardamos este record fuera del alcance, así que la historia continúa pasando de boca a oído, continúa siendo recreada cada vez que se cuenta nuevmente."

"Usted minimiza lo místico de los libros, e inclusive cuando yo entré me dio la impresión que estaba inclinado en adoración ante ese libro."

El viejito se rio. "Pude haber estado perdido en la meditación. Pude haber estado transportado, a pesar de todo lo que he dicho, por la maravilla de la palabra escrita. Pero la alabanza es una palabra tonta y un concepto peligroso."

"Se dicen que nuestros ancestros alababan la Serpiente. Mi Búsqueda de aprendizaje me obliga a continuar hasta que haya conquistado la Serpiente."

"El maestro que te dio esta búsqueda te envió en una jornada larga." El viejo erudito casi no podía disfrazar su diversión. "¿Estás seguro que él quería que regresaras?"

"¿Para qué habría querido que me quedara alejado? Supongo que la dificultad de la tarea fue medida contra mi habilidad y mi necesidad de aprender, y por eso estoy agradecido. No obstante mi deseo es cumplir mi tarea y regresar a casa. ¿Me puede dar algún consejo?"

"Ciertamente te aconsejo que dejes de continuar buscando una serpiente, o la Serpiente, o jamás verás tu casa otra vez. Debes de aprender a pensar diferente, a adivinar el sentido tras los sentidos, a exprimir la sutileza de las palabras. Examina la palabra ‘conquistar’ por ejemplo. ¿Qué significa? ¿Qué implica? ¿A eliminar a lo que le temes? ¿De erradicar el miedo que hay en ti?"

"Ya veo. Si adquiero sabiduría, entonces puedo eliminar de mí mismo el temor."

"No necesitas sabiduría, sin conocimiento. Puedes adquirir el conocimiento, pero nunca la sabiduría. Puedes espiar la sabiduría a través de las grietas y fronteras del conocimiento, pero tratas de atraparla y se escapa por las mis mismas grietas, y las grietas se cierran."

"¿Pero qué es la Serpiente? ¿Y cómo la encuentro?"

El viejito tomó un libro y lo abrió sobre su escritorio. "Mira esto. ¿Qué es lo que ves?"

"Una serpiente enrollada en un círculo."

"¿Y qué es lo que significa?"

"Nuestro ancestros primitivos adoraron la Serpiente antes que fueran educados a la conciencia de un ser más alto."

"Esa palabra otra vez, alabaron. Una palabra que infunda terror en el alma de los tremulosos. ¿Qué si la Serpiente y el ser más alto fueran uno mismo?"

"Sería difícil aceptar eso en esta era."

"No si te sacudes el terror de las palabras. No si lees los símbolos. Mira otra vez a la imagen. ¿Qué ves?"

"Veo la serpiente enrollada en un círculo devorando su propia cola."

"¿Y qué es lo que representa?"

"Lo eterno, tal como el círculo."

"Tú tienes tus explicaciones perfeccionadas. Olvida tus explicaciones perfeccionadas, y mira de nuevo. ¿Qué tal si la serpiente no está devorándose a sí misma, sino saliendo de su propia boca? ¿Qué si ella se está soplando a sí misma en existencia?"

Zaja miró de nuevo. "Sí, debo admitir que la imagen podría representar eso. ¿Así qué ella está creándose en vez de devorarse?"

"¿Y qué si está haciendo las dos cosas? ¿Qué si se está creando y destruyendo al mismo tiempo y eternamente?"

"Ahora me está confundiendo."

"La confusión no es una condición innoble. Es el primer paso hacia el entendimiento. La creación eterna podría ser problemática, no crees, sin la destrucción eterna, tal como la destrucción sin una creación compensatoria. Así lo que vemos representada en esta simple imagen es el gran espíritu del universo siempre creciendo, siempre decayendo, siempre creando, siempre destruyendo. ¿Así la Serpiente no es tan intimidadora cuando la veas de este modo, verdad? ¿Y no tan lejos removido de cualquier otra representación del ser más alto?"

"Por fin me siento cerca de la terminación de mi Búsqueda. ¿Cómo puedo aprender más y enfrentarme con la Serpiente?"

"El conocimiento conquista. Se saca por las raíces el terror que ha sido plantado en palabras. Coloca riendas en los caballos salvajes de la imaginación. Templa el metal del alma. Pero conocimiento no es sabiduría. Aprende a discriminar. La sabiduría llega cuando uno puede vivir feliz con las contradicciones que el conocimiento aborrece. Si verdaderamente deseas conquistar el terror y abrazar la Serpiente, debe de pasar tiempo con el Santo."

"¿Quién es el Santo?"

"Algunos le llaman el Santo, otros el Druida. A Él no le importa. Es más, está contento de vivir con tales contradicciones. Él vive entre las grietas y las trincheras dividideras en conocimiento donde la sabiduría emerge. De él ciertamente ganarás entendimiento de la Serpiente."

Zaja le dio las gracias al viejo erudito y tomó su final salida de la comunidad de aprendizaje alrededor del Castillo Lecan. Cuando ellos escucharon que se dirigía a encontrar el Santo, ellos bromeaban que debía irse en la tarde, porque si se iba en la mañana más probable encontraría el Druida.

Zaja siguió direcciones hasta el bosquecillo llamado el Keeve. Caminó cuidadosamente por un declive con muchos árboles. Rayos de luz plateados revelaron el curso del río abajo. La manta de avellanos verdes, el silencio quebrado solo por el sonido distante de agua cayendo, el aislamiento de todas las aldeas y pueblitos, sugería que este lugar era especial. No era sorprendente entonces oír de la gente que este era un bosquecillo sagrado desde el comienzo del tiempo.

Cuando llegó al lecho del río siguió el curso del arroyo hasta que llegó a una cascada. Ahí, de rodillas en frente del agua cayendo, estaba la persona que buscaba, a quien todos llamaban el Santo. Él no era el santo original, sino el dueño actual de un título pasado de un ermitaño a otro quien había elegido residir en este bosquecillo sagrado.

Zaja se detuvo a observarlo. Abajo de la cascada había una charca, oscura y profunda, en la cual el agua caía -- el "keeve" que había dado su nombre a todo el bosquecillo. El Santo estaba de rodillas con las manos abiertas como si el agua se estuviera vaciando en su regazo en lugar del keeve que estaba formado de piedra sólida. Zaja no quiso interrumpir su meditación. Por fin el anciano puso sus manos en el agua, y se lavó la cara. Se levantó con dificultad y empezó a ver su entorno como alguien que acabara de despertar. Entonces vio a Zaja parado en el arroyo.

"¿A quién buscas?" él preguntó.

"A usted," respondió el joven.

"¿Y qué es lo que buscas?"

"La sabiduría."

El Santo se rió. Se rió y hasta los brotes en los avellanos estaban bailando de risa.

"Yo te puedo dar comida, una cama para la noche si lo necesitas. Pero la sabiduría tú la tienes que encontrar solo."

He viajado y aprendido mucho. Y no puedo regresar a casa hasta que derrote la Serpiente. Yo creo que usted puede ayudarme en mi viaje."

"El camino a la sabiduría es circular; usualmente te lleva a donde uno empezó. Lo que lleva a uno a preguntar si era necesario el viaje."

"Estoy obligado por mi Búsqueda a encontrar sabiduría. Y estoy obligado a no regresar a casa hasta haber conquistado a la Serpiente, sea como sea."

"Pues te mandaron a un viaje largo. Muy bien, bienvenido al Keeve. Ahora comamos. La sabiduría sabe mejor con pan y un poco de sal." Y el Santo condujo el camino, riendo solo.

Llegaron a una cabaña hecha de troncos de roble con un techo que era recién y ampliamente hecho de paja. Adentro Zaja observó que estaba bien amueblado y cómodo. El Santo lo invitó a sentarse a la mesa mientras el buscaba en una panera y produjo suficiente comida para los dos.

"Tú estaras pensando, "él ni siembra ni cosecha, entonces de donde sale su comida y sus necesidades para vivir," ¿no es así?"

"El pensamiento había cruzado por mi mente."

"Este bosquecillo pertenece a la gente y no mí. Mi presencia aquí les da algo de seguridad, nada más. Vienen aquí a ciertos tiempos a celebrar, a expresar su sentido de maravilla a lo desconocido. Y yo soy nada más que el cuidador del lugar, y por tal servicio me dan los necesidades de sobrevivencia."

"Es lógico que ellos mantengan a un hombre santo."

"También es necesario que ellos me apoyan porque si no, no tuviéramos carne," se rió a carcajadas de su propia broma.

"Dicen que tú eres un druida en la mañana y un santo en la tarde. ¿Qué quieren decir con eso?"

"¿Por qué no preguntaste a los que hicieron esta declaración? Si no entiendes una declaración, debes retar al hablante. Así es como adquieres conocimiento preciso, y so no tienes conocimiento preciso, como esperas encontrar la sabiduría?"

"Yo si los reté."

"¿Y que dijeron?"

"Ello dijeron que cada mañana tú te quedas ciego venerando el sol saliente, y que tu vista se recupera durante el día cuando te lavas los ojos en el keeve sagrado."

"Como siempre, su observación es precisa, y, como siempre, su entendimiento es limitado."

"Yo deseo quedarme con usted hasta que haya obtenido entendimiento. Siento que aquí por fin puedo completar mi Búsqueda."

"Puedes quedarte el tiempo que quieras, y yo te daré el consejo que pueda. Pero la sabiduría no ser pasada. No puede ser entregada o comunicada como información o conocimiento. La adquieres reflexionando en el conocimiento, en la experiencia, y en la vida. Pero entiende que no saldrás de aquí con la mente llena de sabiduría."

"Mac Firbis dice que la sabiduría puede ser vista solo por grietas en el conocimiento."

"Eso está bien dicho. Por medio de las heridas de la experiencia también. Y otra cosa: una búsqueda es una búsqueda. Por definición nunca termina. Reflexiona en eso." Y el Santo se rió alegremente mientras limpiaba una celda para su visitante.

"La gente tiene mucho miedo de lo que sabe, la gente tiene mucho miedo de lo que no sabe," explicó el Santo. "La solución podría ser expulsar el miedo de las mentes de la gente. Pero el miedo es lo que las protege del peligro. Asegura que eviten los peligros. Hace que ellos cuiden sus niños. Hace que salgan de la cama en la mañana en busca de comida para cuando llegue el invierno."

"Si la gente entiende a la Serpiente," explicó el Santo, "se hace tan dócil como un perro domesticado o un gatito. Pero entonces inventarían otra causa para sentir terror. Los dioses y los demonios son inventados por necesidad. Entonces matar a los dioses y correr a los demonios son ejercicios vanos. Mejor dejar a la gente con los dioses y demonios con quienes están a gusto. Mejor enseñarles a aceptar su terror como algo natural y cómo vivir con él.

"La búsqueda de la sabiduría es una sin fin," explicó el Santo a su alumno atento y devoto, Zaja. "Quien te dio esa tarea o era muy sabio muy tonto. O quería que no regresaras o que regreses como un hombre dotado. Cualquiera que sea, no importa. La realidad es que tú solo puedes decidir cuándo has logrado la sabiduría, y entonces tú solo puedes decidir cuándo estás listo para regresar."

"La sabiduría llega como un ocasional, pero a menudo no esperado, rayo del sol por un cielo nublado," explico el Santo. "Por supuesto lo perderías si no has estado viendo las nubes. Piensa en las nubes como el artificio entero del conocimiento, y después míralo como un velo grande cubriendo la verdad. La verdad esta atrás, pura, sin cambiar, inviolable. Y si somos atentos y dedicados observadores del cielo, somos dichosos con una mirada a través de las nubes, y eso es lo poco que podemos recibir, seres limitados que somos."

"Este es el origen de la Serpiente," dijo el Santo, tomando un palo y dibujando una línea recta en el lodo. Sobre ésta dibujó una serie de semicírculos, uno dentro del otro y disminuyendo su tamaño. "Si observas el curso del sol, saliendo y poniéndose en el horizonte, cruzando el cielo, de medio verano a medio invierno, se ve así. Todos los días se sale un poco más bajo y se pone un poco más bajo." Y apuntó su palo arriba de los semicírculos. "Ahora, si dibujamos el curso imaginado el curso del sol por la noche desde el puesta del sol hasta el amanecer, se vería así." Y dibujó otra serie de semicírculos bajo la línea del horizonte, cada uno pegándose continuamente contra el de arriba.

"¿Ahora qué es lo que ves?"

"Una espiral," respondió Zaja.

"Si, y un motif que ha sido cortado en piedras rituales por miles de años. Ahora, si te quedas viendo este imagen por mucho tiempo, ¿que podrías asociar con ella?"

"Una serpiente enroscada."

"Y así es como la espiral y la serpiente y el sol se mezclaron en un sólo símbolo para gratificar la imaginación de los ancestros. El sol es la serpiente en llamas, o Dragón, enredando el mundo, ahora dando calor y luz, ahora consumiendo la vida con apetito igual. Y dime si esto no es un modo sofisticado de visualizar el gran alma creativa y destructiva proyectando un gran Padre en el cielo, o un grupo de dioses peleándose."

"En la mañana, ¿saludas al sol saliendo?"

"Si, pero no orando con miedo, como algunos lo hacen, más para expresar mi sorpresa por la belleza asombrosa de este mundo en el cual nos encontramos."

"¿Lo puedo acompañar a usted en la mañana?

"Si puedes, pero hay una estación por completar antes de que el sol salga, entonces vas a tener que levantarte temprano y una severa preparación."

Muchas antes del amanecer, cuando había apenas suficiente luz para mostrar el camino entre los árboles, el Santo mostró el camino. Estaban ayunando, descalzos, y con las piernas desnudas. En la cima del montículo, el cual era un montón gigante de piedras, se hincaron. Arrodillados, circularon el montículo tres veces, y luego regresaron al río por medio de un camino pedregoso. A lo largo del lecho del río se movieron lentamente, arrastrando los pies entre las piedras filosas. Cuando llegaran al fondo de un camino por la otra rivera del río ascendieron, siguiéndolo a lo largo del barranco y después bajaron otra vez al lecho del rio.

Antes de empezar a subir hasta el punto de origen, el Santo tomo una piedra del lecho del río y dijo a Zaja que hiciera lo mismo. Cunado llegaran a la cima de nuevo el Santo puso la piedra en el montón y Zaja hizo lo mismo. Estaban levantándose cuando una luz fuerte empezó a salir en el horizonte.

El Santo se paró en el montón de piedras y miró de frente al sol con sus brazos abiertos en la forma de una cruz. Zaja se quedó un poco más abajo mirando al Santo tanto como la salida del sol.

El Santo se quedó mirando el sol hasta que salió por completo y bajó sus brazos. Era obvio para Zaja que estaba encandilado si no ciego por esa tarea.

"¿Puede haber una mejor manifestación del espíritu del amor del universo que el sol saliéndo a diario, trayéndonos luz y calor, dándonos el regalo de la vida?"

Zaja no respondió porque estaba tan asombrado por la belleza del momento. La dificultad de la estación que siguió había afilado sus sentidos. El dolor de los cortadas y moretones en sus piernas se elevó en una intensa consciencia de cada hoja verde en el bosquecillo y el mar a la distancia y el cielo, de los pájaros en los árboles dando bienvenida al día, de los animales despertándose para buscar comida. No habló porque estaba conmovido por la consciencia intensa de la vivacidad de todo.

El Santo pasó a tientas a Zaja en camino al río. Era claro que no podía ver pero era capaz de encontrar su camino sin dificultad debido a su familiaridad con el bosquecillo. Zaja lo siguió. Cuando llegó al lecho del río siguió el flujo del arroyo hasta que estaba parado bajo la cascada donde Zaja lo había visto. Se hinco enfrentando el keeve y puso su mano en el agua y se lavó la cara.

"El otro gran milagro de nuestro planeta es el agua," dijo. "Piensa en que el agua siempre está fluyendo, buscando el mar, para ser levantada de nuevo como vapor y respirada de nuevo sobre la tierra, para nutrir cada cosa que crece. No me digas que estoy adorando al agua cuando me pongo de rodillas asombrado por el fenómeno. Si hay un espíritu del universo se manifiesta aquí."

"El argumento es que todas estas cosas actúan según las leyes del Creador."

"El agua no obedece ninguna ley. Si fuera así, el hielo no flotara. El río se congelaría en el invierno desde el lecho y mataría cualquier pez y cualquier otra cosa que viviera bajo la superficie."

La visión del Santo fue restaurada, y miró a su alrededor, miró a Zaja, quien estaba parado, come alguien en trance. "Vamos," dijo. "Hemos pagado nuestros respetos. Ahora es tiempo de ir a desayunar."

Se dice que un día mientras Zaja residía con el Santo un gorrión asustado voló dentro del bosquecillo y tomo refugio en sus brazos. El joven se despertó de su meditación del agua cayendo. Acarició las plumas del pájaro asustado y le preguntó la causa de su agitación.

El gorrión dijo que estaba huyendo del halcón que estaba volando arriba intentando matarlo. Zaja miró hacia arriba y vio al halcón, sus talones extendidos, esperando su momento de atacar. Extendió sus brazos para cubrir el pájaro.

"Ne tengas miedo," dijo, "porque yo te protegeré con mi vida si es necesario."

Cuando el halcón vio y escuchó lo que estaba pasando se descendió hasta un rama en frente del hombre.

"No es justo," se quejó. "El gorrión es mi comida de hoy. Si no como no tendré la fuerza para estar vivo, procrear, alimentar mis crías. Usted no tiene ningún derecho de interferir con la naturaleza. ¿Si ese pájaro estuviera a punto de comer un gusano sentirías lástima por el gusano también y prevendrías que el gorrión se lo coma?"

"Puedo apreciar tu necesidad," dijo Zaja, "¿pero no entra en tu mente lástima por tu presa?"

"¿Cómo puedo sentir lástima por mi presa cuando tengo que matar? ¿Quieres que deje de matar y me ponga de rodillas y muera?"

"Te daré maíz para comer, tanto maíz dorado uanto quieras, solo perdona la vida de este gorrión," respondió Zaja.

"¿Y no hay vida en cada grano de maíz también? Como quiera, no puedo comer maíz, igual que tú no puedes mantenerte con pasto. Sólo puedo comer carne."

Zaja estaba muy confundido. Estaba conmovido por el argumento del halcón y simpatizaba con él.

"No tengo respuesta a tu dilema," dijo. "Pero he jurado proteger este gorrión, con mi vida si es necesario. Entonces si necesitas carne, por favor come la mía."

Zaja se quitó su abrigo y expuso su pecho y brazos al halcón.

"Como gustes," dijo el halcón. "Es a mi necesidad a la que sirvo." Y voló al hombro del joven y empezó a comer la carne de su pecho.

Hubiera continuado comiendo la carne del joven y había determinado quitar su corazón para llevárselo a sus crías. Y Zaja lo hubiera permitido sin mover un músculo. Pero el Santo, quien estaba observando, intervino.

"Hermano halcón, no lo hagas," dijo el Santo. "No lo hagas. Tu presa debida no es este joven, y tú debes respetar la lástima que el mostro para este gorrión indefenso. De hecho estás actuando de acuerdo a tus necesidades y tienes la responsabilidad de cuidarte y tus críos. Pero matar este joven dejaría al mundo pobre hasta cierto grado que tu sobrevivencia no podría compensarla.

"Ah, sí," dijo el halcón, "la veja historia. La vida humana es sagrada; la vida de un pájaro o un animal es dispensable."

"No es cierto," dijo el ermitaño. "Toda vida es sagrada. Y todos los seres tienen que buscar comida ciegamente parar su sobrevivencia. Pero la acción de este joven transciende las imperativas del mundo natural. Como dices, es una acto contra la naturaleza, no razonable, ilógico, y aun así es una acto del orden más alto porque está inspirado por el amor. El amor de la presa a su cazador no tiene sentido, pero ¿qué puede ser más difícil o noble? Por eso debes respetar la acción. No debes ser insensible a sentimientos más altos. Sin embargo, veo que tienes un trato, y puedes reclamar lo tuyo."

El halcón miró al joven, sus ojos cerrados, su semblante fijo con una expresión de resistencia, la sangre fluyendo sobre su pecho y sobre las plumas del pájaro que aún tenía en sus brazos. Y el halcón se sintió lastima y vergüenza. Se levantó con sus alas pesadas y voló fuera del bosquecillo. El Santo tomo el gorrión de Zaja y lo liberó para volar entre los árboles. Pero, aunque su miedo se había ido, no quería dejar el bosquecillo. El Santo llevó a Zaja a la charca bajo la cascada y le dijo que lavara sus heridas. Tan pronto lo hizo, sus heridas fueron curadas.

Cada tarde después de la cena el Santo prendía la linterna en la cabaña y sacaba un juego de imágenes que tenía guardadas. Estas las ponía boca abajo sobre la mesa, las mesclaba, y luego la ponía en un determinado patrón o figura, después las volteaba. Por mucho tiempo cada tarde las miraba fijamente en profunda meditación.

"¿Que ves en las imágenes?" Zaja pregunto.

"Nada y todo."

"Pasas mucho tiempo mirándolas para ver nada," río Zaja.

"Eso no significa que veo todo. Me ayudan a pensar, a concentrar profundamente."

"Hay un rumor entre la gente que tú puedes leer el futuro en las imágenes."

"¿Come te ayudan a pensar?"

"Hay un elemento de la verdad en lo que la gente dice. Por supuesto nadie puede ver el futuro en el sentido de predicar que eventos van a pasar. Pero dentro del presente están las semillas del futuro. El potencial de cada resultado está ahí. Si ese potencial se realiza o no depende de circunstancias. Identificando la semilla no garantiza una roas bonita."

"¿Puedes identificar la potencial en mi futuro?"

"No aconsejo dichas pronosticaciones. Es peligroso. Cuando alguien pide dicha cosa generalmente está esperando una buena resultado. Mala suerte u oportunidad no puede ser anticipado, por definición. El éxito esta logrado por esfuerzo y por uso creativo de las oportunidades. No necesito ver las imágenes para saber esto."

"Siempre he tenido un sentido del destino," dijo Zaja, "como si tuviera algún papel que jugar, come si fuera un propósito preordenado que no puedo rehusar. Si estoy destinado a la felicidad o la tragedia no sé, pero eso no es importante. Lo que es importante es que soy fiel a mi misión en la vida. Quizás me puedes clarificar lo que es mi misión."

El santo lo consideró por un rato, y extendió las imágenes, las barajó, y las arregló en la forma de una cruz antes de voltearlas.

"¿Porque en la forma de una cruz?¨

"La cruz y el círculo son uno. La más potente de las formas porque representa el ciclo del sol, del agua, de los estaciones, el ciclo de la vida misma.

Zaja no le interrumpía de nuevo mientras meditaba sobre las imágenes. Por fin el Santo habló.

"Has aprendido mucho. Suficiente para considerar tu Búsqueda de aprendizaje completa. Tu misión en la vida es enseñar. Tienes el don, y no necesitas mucha clarificación de mi parte. Hay dos posibilidades enormes en tu vida: una para mucha felicidad, y la otra para un enorme sufrimiento. Pero no son alternativos: el uno implica el otro. El sufrimiento es tan grande porque es una prueba de todo que a ti te ama y que has enseñado.

"Gracias. Me da mucho gusto de saber que mi misión es enseñar."

"La enseñanza es una cosa. Ser probado al extremo en cuestión de tu dedicación a lo que has enseñado, es otra. Y enfatizo: si sigues tu destino serás probado hasta el extremo."

"¿Usted cree que puedo pasar esa prueba?"

"Ahora estas pidiéndome predecir tu futuro, y eso no puedo hacer."

"¿Me puede asistir para prepararme para el futuro?"

"Puedes hacerte invencible contra el sufrimiento, pero no puedes evadir tu sufrimiento en lo más mínimo. Siendo invencible, vas a sufrir aún más."

"Yo no tengo miedo a sufrir. Tengo miedo a no ser igual a la prueba de mi sinceridad."

"Muy bien," dijo el Santo. "Crearemos un receptáculo en el cual puedas introducir tu alma en el momento de tribulación. Cuando hagamos la estación en la mañana debes cuidadosamente elegir una piedra que te atraiga mucho. Lleva esa piedra contigo cada día hasta que te vayas, y después la colocas en la cima del montículo. Recuerda esta piedra todos los días de tu vida, de tal forma que sea parte de ti. Cuando el día de tu prueba llegue puedes concentrar profundamente y derramar tu alma en la piedra done nadie puede afligirla."

La mañana siguiente cuando caminaron a rodillas por el lecho del rio Zaja encontró una piedra blanca, redonda como si fuera formando después de largo tiempo en el mar. L seleccionó y la trajo con él por el resto de su estancia en el keeve.

El santo le permitió copias las imágenes y le enseñó como meditar en ellas, enfocando ahora en una imagen individual, ahora en una combinación de imágenes, dejando los símbolos a guiar su mente hasta niveles más profundos de consciencia, hasta niveles de significado que quedaban bajo de la superficie valores ofrecido a la mente por los sentidos. Y finalmente él empezó a ver que una verdad mayor podría verse por medio de los grietas en el conocimiento.

Finalmente estaba listo a regresar a casa, y se despidió del Santo. Mientras salía el sol, Zaja tenía la piedra blanca en su mano. Entonces la puso solemnemente sobre el montón dando gracias por el regalo de la luz y el calor, y por la gran serpiente de la vida que abraza al mundo como una madre abraza su niño.

Mientras abrazaba a Zaja el Santo le dijo: "Si tienes que introducir tu alma en esa piedra, tu alma nunca podrá descansar hasta que regreses esa piedra al lecho del río. Y solo tú puedes hacerlo. Quizá nos volvamos a encontrar."

Dice la historia que cuando Zaja empezó su viaje de regreso al Reino Central era el tiempo de Samhain. El año viejo estaba llegando a su fin y con el año nuevo había llegado con el primer sol de noviembre, un tiempo propicio para empezar un viaje, a excepción de la consideración del clima.

Cuando llegó al gran Río de Easkey estaba crecido y no se podía pasar. Él se sentó en una roca a mirar el agua y pensar que hacer. Podía esperar hasta que se disminuyera el agua pero eso podía tomar semanas o meses. Podía seguir el río hasta su fuente en las montañas y cruzar ahí, pero eso también tomaría tiempo.

El vado estaba dentro de un valle grande. Zaja se levantó y caminó por lo largo de la

orilla del rio, admirando el pasaje y llenando sus bolsillos con avellanas suculentas. Se paró cuando oyó un gemido de un roble cuyos brazos esqueléticos salían de una abundante rama de hiedra.

"¿Por qué gimes, hermano roble?"

"¿No es obvio?" respondió el roble. "Estoy siendo asfixiado por la hiedra. ¿No puedes verlo?"

Cuando Zaja miró, vio que todos los robles en el valle estaban cubiertos de hiedra.

El roble siguió: "Este ya no es un bosque de robles sino de hiedra y que escena tan patética es. Cuando la primera pequeña enredadera llegó al bosque como reímos todos de esta planta que no tenía el temple de levantarse una pulgada de la tierra sin ayuda. Y la hiedra dijo, ‘Rían todo lo que quieran, pero vamos a tomar control del bosque, y convertirlo en un bosque de hiedra, y la hiedra reinará como el rey del bosque.’ Reímos un poco más. Pero dejamos de hacerlo cuanto sentimos sus tentáculos subiendo nuestras cortezas, chupando nuestra fuerza vital, tapando nuestro acceso a la luz."

La hiedra entonces hablo a Zaja. "No le pongas atención a este tonto incoherente. Él no puede darse cuenta que su día ha llegado, su carrera se acabó. Nosotros gobernamos el bosque ahora. Donde quiera que veas la hiedra reina suprema, triunfante, no como estos robles, hayas, o castaños viejos. No, la humilde hiedra es la reina."

"Si, se me ha acabado mi carrera," respondió el roble. "No tengo ni una gota de savia en mí para hacer brotar ni una solitaria hoja. Haré un pacto contigo, joven. Te vi llegando al vado y hesitando. Quieres cruzar el río. Te ayudaré. Si quitas la hiedra de mis hermanos robles y hermanas hayas, voy a inclinarme con el próximo viento y caerme en el río y hacerme un puente para ti."

"Ese es un trato acepto con gusto," respondió Zaja, y empezó a quitar la hiedra del trunco del roble más cerca.

"Pero eso no en justo," lloró la hiedra. "Es nuestra naturaleza trepar, tratar de llegar al sol de cualquier modo posible."

"Como tu destruyes lo que trepas, es necesario detenerte, ponerte en tu lugar, donde perteneces – en el suelo." Y Zaja quitó la hiedra quejumbrosa de cada trunco de cada árbol, y las junto en un montón gigante para quemarlas.

El viejo roble, fiel a su palabra, se inclinó con el próximo viento, y se cayó justamente en la otra orilla del río.

Dicen que Zaja nuca olvidó la experiencia, y cuando llego a gobernar, miraba fijamente a cada hombre para determinar si tenían el valor del roble o de la hiedra. Y advirtió a la gente a estuvieran alertas y supieran diferenciar entre las dos.

Zaja animaba a la gente del reino a juntarse en sus plazas todas las tardes después del trabajo. Era bueno para ellos, dijo, que platicaran, debatieran, planearan, cooperaran y colaboraran, para que la vida fuera mejor para todos.

Animaba a las poetas y cuentistas a tomar esta oportunidad para presentar sus obras y entretener una audiencia. Inclusive animaba a los herreros, los escultores, los ilustradores y los calígrafos a traer muestras de su trabajo a la Plaza para que la gente estuviera consciente de sus esfuerzos y logros.

La Plaza en frente del Castillo juntó las multitudes más populares y más grandes de todos. Cada tarde Zaja caminaba en medio de ellos, ahora escuchando una historia, ahora criticando un poema, debatiendo en muchas pláticas especialmente aquéllas que involucraban hombres y mujeres jóvenes porque ellos era los más apasionados en cuanto a sus ideas.

Una tarde una multitud de jóvenes de ambos sexos estaban discutiendo el hecho que Zaja disolvió el ejército. Aunque todos estaban de acuerdo que matar era equivocado, algunos debatían que matar en defensa propia o en defensa del país de uno era permisible. Tan pronto Zaja se unió al círculo, le pidieron su veredicto.

"No hagas a otros lo que sabes ello te harían a ti." Zaja repitió su dicho familiar. "Actúa, pero no reaccionas. Deja que todo lo que hagas manifieste lo que valoras. Si reaccionas, estas aceptando las reglas de tu adversario, actuando según sus principios y no los tuyos.

En otra ocasión estaban preguntando a Zaja acerca de sus viajes.

"Usted viajó por todo el mundo en busca de sabiduría, Zaja. Te sumergiste en las culturas del Oeste y del Este, del Norte y del Sur. ¿Cuál piensas que es la mejor de las civilizaciones? ¿Cuál debemos emular?

"Las culturas del Oeste y del Este, del Norte y del Sur, son todas diferentes. Pero la cultura no tienen nada que ver con la civilización. Hay que aprender a distinguir entre ellas. La civilización es juzgada basada en cómo los más marginalizados son tratados, y la cultura en los logros de las artistas, poetas, y sabios. Y no hay prioridad; las exigencias separadas de ambos, cultura y civilización, son absolutas."

En una noche similar un hombre de gran consciencia se acercó a Zaja y le preguntó: "¿Cómo puedo tener una vida digna?"

Y Zaja le dijo: "Piensa en la vida como un lago, un embalse de cual la humanidad toma sustento. Contribuye lo que puedes, toma lo que necesites. Y si contribuyes menos de lo que puedes, y tomas más de lo que necesitas, entonces no has usado tu tiempo y tu talento dignamente."

Zaja y su esposa, la Princesa Caoimhe, tuvieron tres hijas. Crecieran a ser mujeres jóvenes hermosa, y cuando llego el tiempo a casarse, había una abundancia de hombres jóvenes para pedir sus manos. Aunque se casaron por amor, por casualidad una se casó con un príncipe del reino del Sur, otra del reino del Oeste, y otra del reino de Norte.

Pero Zaja no tuvo un hijo.

Cuando la gente en la plaza de la cuidad lamentaron el despido de las tres hijas a los otros tres reinos, preguntaron a Zaja: "Esperamos que usted y la Princesa Caoimhe estén con nosotros por muchas años más, Zaja, ¿pero quién nos va a aconsejar cuando las dos ya no estén? ¿Quién será su sucesor?"

Y Zaja dijo, "Serán ustedes."

"¿Qué quiere decir con eso?" preguntaron, por que supusieron que estaba bromeando.

"¿No les he enseñado todo lo que necesitan saber? ¿Porque deben tener a alguien dictando lo que deben y no deben hacer cuando saben perfectamente bien cómo manejar sus vidas, las vidas de sus familias, y los asuntos del reino?"

La gente se fue confundida, por qué no sabían todavía si esta era una broma más de las bromas de Zaja.

De todos los pretendientes que la Princesa Caoimhe había rehusado, el más decepcionado era Shumuka. Como sobrino del rey, como guerrero de reputación creciente, él consideraba que sus credenciales eran irresistibles.

Estalló con indignación esperando una oportunidad de satisfacer su ambición enorme. Pero su tío, el Rey, renegó a darle cualquier gran responsabilidad en el Reino del Este, sabiendo que tan grande era su ambición, y que por naturaleza no tenía piedad. De hecho el Rey le tenía miedo a su propio sobrino. Después de la referencia al niño y la cuerda en la ceremonia de graduación, hizo investigaciones y estaba convencido que Shumaka era el responsable por la muerte del niño.

Cuando se enteró de que el elegido de la princesa Caoimhe para esposo y gobernador era el mismo Zaja, la indignación de Shumaka se convirtió en veneno. Ardía con frustración porque su tío no mostraba ninguna inclinación a la guerra a pesar de la superioridad militar del Reino de Este. En el cámara del consejo sacaba a relucir desprecios y descuidos de los otros reinos que, según él, requerían una respuesta militar, pero era ignorado como un adolescente malhumorado.

Pero cuando la notica llego a Shumaka que las tres hijas de Zaja y Caoimhe se habían casado con los hijos de tres reyes vecinos, su enojo explotó como una presa incontenible. Fue con su tío e insistió que se le asignara ser líder del ejército, alegando que los otros cuatro reinos estaban unidos en su contra. Protestó furiosamente que su propio ejército había llegado a ser gordo y flojo como resultado del largo periodo de paz, y que no estaría en buena condición para proteger su país en el caso de que los otros reinos los invadieran. El Rey no estaba convencido que había una amenaza de los otros reinos, pero cuando vio la furia del guerrero en Shumaka, tuvo miedo por su vida y las de sus hijos quienes eran los herederos de su reino.

Acordó a hacer Shumaka líder del ejército con permiso de ponerlo en alerta. El suponía que si Shumaka fuera a invadir el Reino Central habría poca resistencia y pocas casualidades. Y si su sobrino lioso estaba preocupado conquistando un país esto representaría menos amenaza en casa.

Entonces Shumaka tomo control del ejército. Él asignó a sus seguidores personales a puestos claves y empezó a ejercitar los soldados para prepararse para la guerra.

Con discursos ardientes y terribles advertencias de una conspiración de los otros cuatros reinos a atacar y subyugarlos, Shumaka incitó a la gente del Reino del Este hasta un frenesí de ansiedad y agresión. Todos los jóvenes habían sido reclutados en el ejército y ejercitado para la guerra.

Rumores de un ataque premeditado llegó al Reino Central y la gente se juntó en la plaza buscando consejo de Zaja. Estaban murmurando de la estupidez de disolver el ejército y de destruir sus armas.

Zaja habló con la masa silenciosa de la gente: "Quiero que me escuchen cuidadosamente y que hagan exactamente los que les digo. Va a ver una invasión, sí. Y no vamos a pelear. No mataremos por nuestro país. Quiero que vayan a sus casas y hagan sus cosas normales, trabajando en sus campos y talleres, cocinando y cuidando sus niños. Cuando los soldados lleguen, finjan que no los ven. No hablen con ellos, no los alimenten, no cooperen con ellos de ningún modo. Va contra el código de un soldado matar a un adversario no armado. Shumaka quizás habría entrenado algunos de los perros a ignorar el código, pero la mayoría de los soldados son personas como tú y yo y saben la diferencia entre el bien el mal. Si presenciaran dignidad y ellos mismos no se comportan con dignidad se sentirán apenados y se desmoralizarán.

Entonces cuando el ejército de Shumaka invadíó el Reino Central no hubo resistencia. La gente siguía trabajando en los campos como si no hubiera un ejército de fantasmas que estaba pasando. En las calles del pueblo la vida seguía normal, como si fuera normal tener escuadrones de soldados pasando por las calles, levantando retenes, y fortificando los edificios públicos.

Cuando llegaron al Castillo, los portones y las puertas estaban abiertos, como si estuvieran esperando invitados de honor. Tan pronto sus soldados habían tomado control del edificio, Shumaka entró y fue directamente al trono que no había sido usado desde que murió el viejo Rey, y se sentó en él. Llamo a Zaja y la princesa Caoimhe a firmar una declaración de rendición, dándo a él el poder sobre el país.

Pero el oficial quien llamó a Zaja y Caoimhe fue ignorando, como si él estuviera hablado con los muebles. Se lo reportó a Shumaka quien explotó de coraje, y ordenó a su oficial que tomara un escuadrón de soldados y trajera a los dos antes él por la fuerza.

Zaja y Caoimhne fueron aprendidos y traídos a Shumika.

Zaja y Caoimhe fueron aprendidos y empujados a la Sala del Estado. Ellos se dejaron empujar hasta que estuvieron en frente de Shumaka, pero se rehusaron a mirarlo o contestar sus preguntas. Se miraban el uno al otro con miradas cariñosas, como si fueran dos personas coqueteando a punto de cortejarse.

Shumaka estaba furioso. Pero no sabía qué hacer. Ellos no se resistieron, entonces sería vergonzoso que los mataran. Él tenía el control del país, pero él quería convertirse en el gobernador y esperaba que Zaja y Caoimhe le concedieran el poder al él y de esa forma legitimará su mando.

Pero se había equivocado, y estaba confundido.

Por muchos meses el ejército de Shumaka continúo ocupando el Reino Central, y Shumaka

dio órdenes y exigencias y edictos desde la Sala de Estado en el Castillo. Pero la gente seguía tercamente ignorándolos. No hablaban con ni obedecían a los soldados, como si dos vidas paralelas estuvieran ocurriendo en el mismo lugar, pero en diferentes planos, la de la ocupación y la de la gente.

Por fin los soldados empezaran a perturbarse. Estaban entrenados a pelear y matar pero no estaban acostumbrados a este tipo de guerra. Se empezaran a inquietar. Hasta el acto atroz ocasional, como una violación o asesinato, claramente el acto de un soldado descontrolado, era ignorado por la gente. No había reacción ninguna.

Shumaka se frustraba más y más. Había logrado so larga deseada ambición de conquistar y gobernar un país. Y hasta la fecha lo único sobre lo que tenía control era el ejército. No podía ni ordenar a un sólo ciudadano que se atara sus propias agujetas.

Cuando los soldados empezaran a mostrar señas de desafección total, Shumaka empezó a angustiarse. Querían regresar a casa. No podían ver el punto de seguir con la ocupación. La gente no mostraba miedo ni respeto, pero siguieron como si los soldados no existieran.

Shumaka decidió tomar medidas drásticas. Ordenó a sus oficiales a tomar la Princesa Caoimhe y encerrarla en un cuarto de la torre. Luego se declaró su intención de tomarla afuera en tres días, quitar su ropa y tener sexo con ella, así reclamando la tierra según un ritual antiguo.

Sus oficiales rieron disimuladamente. Ese ritual viejo no era muy convincente, pero pensaron que Shumaka era listo en su manera. Se dejaría a Zaja sin opciones. El retaría a Shumaka a combatir para proteger el honor de su esposa, una pelea que seguramente terminaría con la muerte de Zaja. Por otro lado podría seguir con sus principios y negarse a pelear, en cual caso estaría permitiendo a Shumaka que disfrutara de su esposa y estaría obligado a divorciarla. De cualquier modo Shumaka ganaría el reino.

Cuando la gente oyó su declaración, se congregaron afuera del Castillo y lo hubieran atacado con sus manos para rescatar su Princesa amada. Pero Zaja tomó una posición en la Plaza en frente del Castillo y les advirtió que no hicieran nada. Aunque fuera contra de sus instintos, ellos deferían a Zaja.

Cuando las noticias de lo que pasó llegó al Reino Sur, y el Reino Norte, y el del Oeste, rápidamente se movilizaron y tres ejércitos llegaron al Castillo a rescatar a Caoimhe, la mamá de las princesas.

Zaja sabía que el tiempo de su juicio había llegado. Se sentó con la gente en la plaza, cerró los ojos, y entró en una mediación por tres horas. Como el Santo se lo había aconsejado, el ordenó a la parte mejor de su alma a entrar en la piedra que estaba arriba del montón de piedras en el bosquecillo en el lejano noroeste. Y cuando abrió los ojos, sabía que ni siguiera ese dolor mortal le causaría a cambiar opinión.

Entonces Zaja empezó a cantar. Dejo que su gran amor que tenía para Caoimhe saliera en canto. Todas las canciones de amor que había aprendido de los poetas del Reino del Oeste salieron. Las canciones y melodías que una vez habían alegrado su corazón hicieron eco por la plaza silenciosa. La gente y los soldados escucharon como en un trance. Todas tenían sus amores y reconocieron la intensidad y la sinceridad de Zaja. Los soldados se veían apenados, conscientes que estaban manchados por su asociación con los feos modos de Shumaka.

Cuando los tres ejércitos, comandados por sus tres yernos, circularon el Castillo, Zaja le pidió su retirada.

Habían llegado a rescatar la madre amada de sus esposas, dijeron. No podían entender como Zaja podía ordenar a todos a quedarse parados viendo mientras su esposa estaba a punto de ser violada en público por un perro callejero como Shumaka.

Zaja dijo, "Mi amada Caoimhe decidió no casarse con un carnicero cuando rehusó a Shumaka. ¿Ahora quieren que este casada con un carnicero llamado Zaja? Siempre he dicho que deben de actuar, no reaccionar. No dejen que sus enemigos los forcen a actuar mal, no dejen que los bajen a su nivel de barbaridad."

Los tres príncipes estaban consternados, porque sabían que Zaja siempre actuaba según sus consejos de vivir mejor, y que ahora estaba enfrentando la prueba de su convicción.

Zaja sabía también que esa era la prueba que el Santo había previsto muchos años atrás. Era inevitable, y como quera Zaja no había tomado ninguna medida para evitarlo. El dolor y ansiedad hubieran sido demasiado doloroso de aguantar si Zaja no hubiera puesto su alma en la piedra en un lugar lejano donde nadie podía alcanzarla a pesar de la tortura a que fuera sujeto. Pero en momentos negros él quería renegar la responsabilidad a manifestar la verdad de lo que él había enseñado.

El ejército de Shumaka estaba controlando el Castillo, y filas de sus soldados armados bloqueaban el paso de la población en el entorno. En las afueras de la capital estaban tres ejércitos esperando la orden de avanzar y brutalmente matar a Shumaka y a su ejército. Aun así Zaja se sentó entre su gente cantando canciones de amor.

Cuando Shumaka apareció en las almenas grito que Zaja tenía una última oportunidad de abdicar antes que él sigiera con su amenaza. Zaja le ignoró y siguió cantando. Shumaka ordenó a sus oficiales que trajeran a Caoimhe. Cuando ella apareció un silencio cayó sobre la cuidad entera. Y la canción de amor de Zaja subió sobre las multitudes a llegar a los oídos de Caoimhe. Ella lo miró y sonrió.

Shumaka gritó a sus oficiales que quitaran la ropa de la Princesa y Shumaka se quitó su ropa y se paró en frente a su amigo y enemigo, so cuerpo poderoso con los músculos y tendones de un gran guerrero. Y pareció a la gente como un gran semental, su miembro erecto y deseando la copulación.

La princesa se quedó sin moverse, su belleza delicado y radiante, un contraste total al aura animal de Shamuka. Hubo silencio total. Hasta Zaja no podía seguir cantando. Caoimhe ignoró a Shumaka, y siguió mirando a Zaja, con una sonrisa triste.

El silencio fue quebrado por la banda de seguidores más cercanos a Shumaka quienes empezaran a cantar su propia himno groser:

Shumaka, Shumaka,

Temor, temor, temor.

Entonces un soldado del ejército de Shumaka empezó a cantar un contra rima:

Shumaka, Shumaka,

Uno, dos , tres.

Y lentamente los demás soldados de Shumaka empezaran a cantaron:

Shumaka, Shumaka,

¿Quién es él?

Dicen que el soldado que empezó la contra rima había sido un amigo de infancia del niño que habían matado con una cuerda. Y más soldados recordaron que sus infancias habían sido aterrorizadas, y ellos empezaran a cantar:

Shumaka, Shumaka,

Levanta su rodilla,

Shumaka, Shumaka,

Peroo moja el árbol.

Y cuando Shumaka miró abajo, vio a su ejército riéndose de él. Se alarmó, su hombría se había caído.

En ese momento de confusión y vacilación, la Princesa Caoimhe se liberó y saltó desde las almenas. Había un susurro de horror cuando se cayó a su muerte. Zaja emitió un gemido mientras corría a acariciar el cuerpo de su esposa.

Y mientras Zaja lloraba sobre el cuerpo muerto de la princesa Caoimhe, los soldados del Reino del Este se miraron con pena. Entonces uno se levantó y tiró sus armas en el suelo, y se fue, y otro hizo lo mismo, luego otro, y otro, hasta que la mayoría del ejército había tirado sus armas y empezaron a caminar a casa.

Solo Shumaka, sus guardaespaldas, y sus seguidores más cercanos se quedaron. Los trajeron frente a Zaja y le preguntaron que quería hacer con ellos, pero usando señas indico que debían liberarlos. Tan grande era su dolor ni podía formar palabras. Había grandes lamentaciones en el Reino Central después de la muerte de Caoimhe. Y lamentaciones en el Reino del Sur, en el Reino del Oeste, y en el Reino del Norte el grito de dolor se llevó de mar a mar.

Había dos fuegos la noche de la muerte del funeral de Caoimhe y una enorme hoguera de armas que había dejados los soldados desertores. Y las llamas de esa hoguera eran tan altas que alumbraron los cielos y servían como luz para guiar los soldados desertores. Cuando el rey oyó la historia de todo lo que había ocurrido, despojó a Shumaka de su rango, de su estatus como guerrero, y lo expulsó de la Corte.

Cuando Zaja había juntado las cenizas de la princesa Caoimhe, llamó a la gente a juntarse en la plaza. "El tiempo ha llegado para que yo me despida," les dijo. "Me he preparado mucho para este momento. Ustedes saben cómo vivir, cómo manejar sus propios asuntos, cómo tomar responsabilidad para los asuntos del Estado. Ahora tengo que irme y llevar las cenizas de mi esposa a un lugar lejos de aquí."

Muchos fueron las lamentaciones y súplicas, pero Zaja reunió su banda de acompañantes y dejo el Reino Central.

Zaja estaba bañándose en el keeve, la charca sagrada bajo la cascada. Lentamente el dolor en los ojos se calmaba y el velo de luz empezaba a obscurecerse y fragmentarse. De nuevo tomó un poco de agua y se lavó la cara. El mundo físico de piedras y árboles verdes y cielo nublado estaba reorientando a su percepción. Cuando se volteó vio un hombre joven parado en silencio en el lecho del río. Se detuvo para mirar fijamente y estar seguro que estaban funcionando de nuevo.

"¿Qué puedo hacer por ti?" preguntó.

"Estoy buscando a quien le llama el Santo."

"Tienes suerte de haberlo encontrado. Si hubieras llegado más temprano hubieras encontrado el druida." Se rió del viejo chiste.

"Ya lo sé."

"Bien. Has hecho tu tarea. Ven a desayunar conmigo."

Fueron al cabaña de roble y Zaja puso una comida en la mesa. "Ahora, joven," le dijo, "dime porque has venido."

"Vengo del Reino Central y estoy persiguiendo mi Búsqueda."

"¿Y cuál es tu reto?"

"Lo mismo de cualquier joven: encontrar y matar a cualquiera que dice ser llamado Zaja."

"¿Y quién te dio esta tarea?" "El que comanda el puente al único y verdadero Zaja, el santo Shumaka."

"¿Shumaka? ¿Santo?"

"Si, el santo Shumaka, por medio de quien Zaja se ha revelado."

"No he estado en el Reino Central en mucho tiempo. En ese entonces Shumaka era Comandante del ejército del Reino del Este."

"En verdad eso fue hace mucho tiempo. Sí, Shumaka era el líder del ejército y archienemigo de Zaja. Invadió el Reino Central con la intención de anexarlo. Pero no apreció el poder de Zajaismo. Zajaismo había tomado raíz en las mentes y corazones de la gente, y los hacia invencibles contra el poder militar de Shumaka y las fuerzas del Este. No tenían armas y dejaban sus portones y puertas abiertas como si estuvieran esperando a los invasores. Aun sin armas ni fortificaciones, con nada más que el poder del Zajaismo, derrotaron al ejército de Shumaka y los mandaron a casa quebrados y desmoralizados."

El joven pausó a comer y a estudiar al silencioso Zaja, y siguió hablando.

"Entonces fue cuando el santo Shumaka vio sus errores. Se arrepintió, y cambió su vida por completo. Se puso la ropa de un vagabundo y empezó su peregrinación legendario que duro tres años. Regresó al Reino Central pidiendo perdón por su papel en la muerte de su Princesa amada Caoimhe. Tan fuerte era el poder del Zajaismo que en lugar de matarlo inmediatamente la gente lo perdonó y lo dejaron perseguir su peregrinación en busca de su redención."

Sin palabras, Zaja escuchó, y el joven siguió hablando.

"Shumaka estabaa tan conmovido por el poder del Zajaismo que hablaba de él con cada persona que encontraba. Y la gente estaba feliz de escuchar. Extrañaban al gran Zaja, quien los había guiado por treinta años, y amaban hablar de él y de sus relatos. La gente su juntaba en grupos alrededor de Shumaka cuando hablaba maravillas de los virtudes de Zaja y del Zajaismo. Los grupos que se acercaban a Shumaka llegaban a ser multitudes y por fin el vagabundo-peregrino Shumaka estaba dando sermones a multitudes grandes en la plaza en la sombra del Castillo, la mera escena de su propio acto oprobioso lo cual se arrepintió con lágrimas de sal."

Lágrimas de sal. Zaja estaba tratando de no reírse. Este joven apenas había nacido con ocurrieran los sucesos, ¿entonces de dónde sacó las lágrimas de sal? Obviamente fue una narrativa que había aprendido de corazón. Le dejó continuar.

"Y como Zaja había dejado la gobernación del país a la gente, Shumaka propuso la idea de gobernar basado en los principios del Zajaismo. A La gente le agradó la idea e invitaron a Shumaka a ser el intérprete del Zajaismo. El santo Shumaka se sentía muy humilde por la invitación, pero aceptó la responsabilidad, y fue declarado Maestro del Gran Puente a Zaja."

"Entonces Shumaka ahora interpreta el pensamiento de Zaja para la gente."

"Por eso se llama el Constructor de Puentes."

"¿Y qué dice de su anterior ocupación? ¿Cuál es su enseñanza de la guerra y de matar?"

"Él dice que el gran Zaja prohibió el matar, disolvió el ejército, y odiaba la guerra. Sin embargo, en el tiempo de Zaja las acciones violentas siempre eran motivadas por un propósito no digno. Sin embargo ahora un propósito digno puede validar la guerra. Y el único propósito digno es la defensa o propagación del Zajaismo, lo cual puede transformar una acto inherentemente indigno en una acto noble."

"Entonces Shumaka ha vuelto a la psicosis de guerra, a la de hacer guerra."

"Uno no habla en contra del santo Shumaka. Aunque gobierna el Zajaismo del Castillo del antes rey, él todavía es un peregrino humilde. Frecuentemente le recuerda a la gente de que el constructor y cuidador del Gran Puente es el más deplorable transgresor contra Zajaismo debido a sus acciones pasadas. Sin embargo está compensando por sus errores previos en esparcir la palabra del Zajaismo a todos los rincones del mundo. Donde esta propaganda sea resistida por los reyes, líderes y generales, todos quienes fueran odiosos del gran Zaja, entonces sería legítimo quitarlos, y por la fuerza si es necesario, como último recurso."

"¿Y está siendo exitoso con su propagación de la palabra?

"El Nuevo ejército de Sabiduría inspirado de la fuerza del Zajaismo ha sido irresistible. Los Reinos del Norte y del Sur, del Este y el Oeste, todas han caído después de batallas sangrientas. Los ignorantes están siendo borrados de la faz de la tierra, y el nombre de Zaja ha sido inscrito en la gloria por el mundo entero."

"¿Tu eres uno de los sabios?

"Si, tan es la gracia de Zaja que todos los que han nacido en su comunidad son instalados, por nacimiento, entre los sabios y van a cruzar el Gran Puente que Shumaka controla, mientras se mantengan leales a la causa."

"¿Ese Gran Puente – a dónde lleva?"

"Lleva a la mano derecha de Zaja. Cualquiera que muere leal al Zajaismo se levantará en espíritu y será bienvenido cruzar el puente por el santo Shumaka. Y cualquiera que muere un mártir en las guerras santas será garantizado un lugar especial por Shumaka junto con su familia."

"¿Y si está vivo en algún rincón remoto?"

"Los ignorantes dicen que Zaja está vivo y que cuando oiga lo que han hecho en su nombre regresará a condenar todo lo que el santo Shumaka está haciendo. Pero la gente escucha a Shumaka quien dice que Zaja está muerto, y que regresará de nuevo, pero esta vez en venganza para guiar la fuerzas de Zajaismo a mayor gloria, a limpiar y castigar los infieles y cínicos, y a derrotar los ignorantes como insectos bajo sus pies."

"¿Y tú Búsqueda?"

"Mi búsqueda y la de los hombres jóvenes de mi edad es localizar y erradicar a los que blasfemen contra el nombre de Zaja. Shumaka dice que existen dichos blasfemadores en el monte, y son un insulto a los ignorantes quienes dedican sus vidas al uno y verdadero Zaja como revelado por el santo Shumaka."

"Entendido. Y si yo fingiera ser Zaja?"

"Sería una blasfemia que tendría que ser castigada."

"Pero Zaja fue un maestro, nada menos, nada más."

"Es blasfemia sugerir algo tan limitado de Zaja. El santo Shumaka ha revelado que Zaja fue mucho más que un maestro, que en realidad era de origen divino, que explica porque ere invencible enfrentando el gran ejercito del Este. Pero el Zajaismo ha penetrado a cada rincón, y no hay lugar para esconder a los ignorantes e infieles. Los jóvenes del Zajaismo están cazando en el monte, y cualquiera ofendiendo contra el nombre será pensado figura maligna y será erradicado en el momento."

"En el nombre del santo Shumaka."

"No. En el nombre del Zaja más glorioso, como es revelado por el santo Shumaka."

Zaja se sintió cansado después de la plática, más cansado de lo que se nunca había sentido. Dio comida al joven y una cama para la noche.

A la primera luz del día Zaja se levantó como era su costumbre. Tomo la urna que contenía las cenizas de su esposa amada con él y la puso en una piedra circa de la cascada. Hizo su estación. Arriba del montón de piedras tomó su piedra especial y la levanto mientras saludó el sol que estaba saliendo. Y se puso la piedra en su corazón mientras caminó hacía el río.

Cuando su vista se recuperó, revisó la orilla del río y eligió un lugar en medio de la corriente y ahí colocó su piedra. Después tomó la urna y vació las cenizas en la corriente de tal forma que rastrearan la piedra y su camino al mar.

Cuando había logrado todo eso, Zaja se arrodilló a la orilla del río y esperó. Él había visto tal final anunciado en su lectura de las imágenes.


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Arcana by Jack Harte
Translated into Spanish by James Eugene Lindsey, Colin Carberry, and Veronica Garza Flores (editor)


Published online by Scotus Press, Dublin - www.scotuspress.com info@scotuspress.com
Copyright © Jack Harte, 2013. Cover Design : Henry Sharpe
Copyright of translations rests with the translators, who can be contacted through Scotus Press